lunes, 12 de agosto de 2013

LOS “GUSANOS CEREBRALES”


El concepto de “gusano auditivo” se utilizó en los años ochenta que era la traducción del alemán Ohwurm. Esta idea tiene su origen en la música y hacía referencia a aquellas melodías que eran muy pegadizas y que entraban en el cerebro como un gusano en una manzana podrida. Algunos autores ubican al “gusano” a principios del siglo XVIII, sin embargo, la metáfora, en la actualidad, sigue siendo la misma. Cuando una melodía o una tonadilla entran en la cabeza y no la abandona, repitiendo continuamente la canción, el ritmo, el timbre, el sonido, puede llegar a volverse insoportable. La repetición puede ser contagiosa y ¿Cómo no? Peligrosa. Induce a una obsesión  hasta “enganchar” al pobre sujeto que la escucha. A veces, consigue ser tan pesado y doloroso que para abrirse camino actúa como una taladradora que entra por el oído hasta el cerebro. Esta es la razón por la que, algunos autores, los definen como los “gusanos auditivos” y también los “gusanos cerebrales”.
Esto que parece una broma no lo es, aunque algunos la utilizaron con este fin, por ejemplo, definir a estos “gusanos” como “agentes musicales cognitivamente contagiosos”.
Es cierto que las consecuencias de una acción pueden tener efectos muy contradictorios, la complejidad también puede aparecer en unos simples compases, aparentemente fáciles. El problema es que, estamos tan atareados que, no tenemos tiempo para observar y reflexionar sobre determinados mensajes que nos están llegando por tierra, mar y aire, es decir, por los ojos, por el oído y por la conciencia de valorar que somos algo más que una “alimaña”. Pero no podemos olvidar que las ciencias avanzan que es una barbaridad y aquí llegan los publicistas, asesores de imagen, asesores de políticos, etc. que disponen de una tecnología y unos recursos muy avanzados para manipular las imágenes y los mensajes que son capaces de confundirnos. Vivimos en una sociedad multimediática donde la televisión, la publicidad o los mass media con medios masivos de comunicación, tienen un efecto manipulador que pueden llegar a producir un “secuestro de lo real”, configurando y transmitiendo nuevos modelos cognitivos en la población a través de las llamadas industrias culturales de la conciencia -la publicidad-. Estas, son capaces de transmitir nuevos valores y comportamientos sociales a base de la insistencia del mensaje e, incluso, de una música pegadiza.
El desarrollo económico de la sociedad de consumo, utilizó los “gusanos cerebrales” para modificar las estructuras mentales cognitivas de la población a través de la publicidad, estas nuevas armas modificaron el pensamiento de la gente para crearle nuevas necesidades y valores a fin de, modificar sus actitudes y comportamientos, orientadas a un mayor consumo.
Gilles Lipovetsky, analiza las edades del capitalismo a través del consumo, definiendo las sociedades actuales como las del hiperconsumo que favorecen el individualismo, la ficción de la independencia, de la soberanía y de la autonomía personal. Esto favorece el  ideal de una “sociedad hedonista”, donde el objetivo fundamental son las intenciones placenteras subjetivas, haciéndonos olvidar la dura realidad cotidiana y para que no pensemos en “otras cosas”. Vivimos una “época turbo consumista cuyo sistema de informaciones no tiene límites, ni obstáculos temporales ni espaciales”. Nos están lanzando permanentemente miles de “gusanos cerebrales” que nos están afectando hasta provocar la parálisis social. Nos inducen a pensar que el capitalismo se hace  indefectible, que es necesario y que no se puede evitar. El problema es que no disponemos de un sistema alternativo creíble a la mercantilización total de los modos de vida.
Estos “gusanos cerebrales” nos ayudan a creer en el gobierno del placer y de la supuesta felicidad, para lo cual es necesario modificar las necesidades de la población. ¡Esta es su gran revolución! ¡Confundir DESEOS con NECESIDAD! Es la clave del cambio, especialmente cuando los deseos humanos son infinitamente ampliables, por lo que somos incapaces de proveer una satisfacción a todos ellos. Sin embargo, lo que sucede es que la gente no está satisfecha, incluso está muy cabreada pero no sabe por qué lo está.
Por tanto, estas necesidades están creadas artificialmente, bajo una Industria que ha crecido espectacularmente en los últimos lustros y cuyo objetivo es básicamente modificar la realidad (TV, Publicidad, mensajes políticos banales, apostolado del sacrificio y de la austeridad, etc.).  Cada día sufrimos un bombardeo de más de tres mil mensajes -como canciones pegadizas-, reforzando unos valores sociales que no son nuestros, sí de ellos que defienden sus propios intereses, para lo cual no dudan en traficar con la comunicación y con las imágenes. Esto está provocando una homogeneización en los individuos y una cultura sin diversidad. En definitiva, se está produciendo una lenta transformación de la masa gris del cerebro en “serrín”.
Decía P. Bourdieu  que los contenidos de los mensajes no son inofensivos, sino ofensivos hasta provocar una “violencia simbólica” y que el objetivo fundamental era ejercer un “control social”, persuasivo y canalizado a través de los medios de comunicación. Por esta razón Mayor Zaragoza destaca que “Cada día tenemos menos tiempo para pensar, para reflexionar, para disentir, para protestar, para contar como ciudadanos y no solo ser contados. Cada vez más receptores pasivos, cada vez menos protagonistas activos. Es una nueva esclavitud, una expropiación espiritual, una abdicación de la soberanía personal”
Estamos hablando de una nueva ideología, con pautas de comportamiento, de signos, de discursos que suponen todo un capital simbólico y cultural que oculta una ideología política, económica, cultural e, incluso, religiosa. Esta situación está provocando una forma peculiar de percibir, de leer e interpretar el mundo. Estamos perdiendo la identidad cívica como ciudadanos. Este es el trasfondo de la llamada “crisis actual” ayudada por los “gusanos cerebrales” que nos inoculan día a día.
¡Hay que afrontar el peligro! porque a veces, estos gusanos, al entrar por los oídos llegan poco a poco al cerebro y van destruyéndolo hasta transformarlo en puro serrín. Ya lo decía mi pobre maestro “eres tonto de baba” y “tienes la cabeza llena de serrín” ¡Una buena metáfora! Por último, hay que huir del viejo refrán “oír, ver y callar”. ¡No es una receta adecuada! Tenemos que tener los ojos bien abiertos, estar al tanto de todo lo que se dice a nuestro alrededor, es decir, estar bien informados y, en tercer lugar, que no estemos callados ni muertos, la palabra es lo que nos dignifica como seres humanos. Yo apuesto por tener una actitud crítica y muy reflexiva.

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