Hace más de dos lustros, en el
año 2002, Manuel Castell, uno de los pensadores más lúcidos de nuestro país y
buen conocedor de los entresijos de nuestra sociedad, ya resaltaba que vivíamos
en una grave “crisis de lo político”. Este fenómeno, era extensivo a otras
partes del mundo debido a su relación con la globalización. Globalización incontrolada
con un mercado omnipotente en el control de las redes de la información.
Como un mal presagio, el moderno
Frankenstein, el Mercado, ha actuado como el motor del cambio social, cebándose en las familias más
humildes a las que tenía que recordarles que, después de una vida de excesos y
de lujos, deberían volver a su propio destino. Este
Poder Económico ha actuado con crueldad y contundencia, imponiendo y recordándonos
que el trabajo no era lo que nos habíamos creído. No era para enaltecer a la
persona. Los griegos ya conocían y definían el trabajo como el tripalium o “potro de tortura”.
Un trabajo digno, “normal”, bien
remunerado, para toda la vida, ha sido una
ilusión.
El trabajo dejó de ser lo que era.
Hoy día, es un accidente graciable que depende de nuestros “apóstoles
protectores” a los cuales debemos estar diariamente muy agradecidos, si esto no
es así, tenemos la “libertad” de salir por la puerta de atrás para que,
caritativamente, nos acoja el desempleo o paro. Pero, claro, si somos buenos y
obedientes podemos volver al inframundo del mercado laboral “moderno” y no
morir de miseria o de hambre. En esta situación no hay espacio para la queja,
ya que el mundo ha avanzado hacia la “modernidad” y lo moderno es un trabajo
por horas “cobradas” y tiempo a determinar, los conocidos “Mini Jobs” ¡Viva la modernidad!
Pero como los trabajadores somos
gente “güena”, si tenemos que sacrificarnos para trabajar más de 60 horas a la
semana y cobrar menos o congelar nuestros salarios, para que no despidan a nuestros compañeros, lo
hacemos, además, con gran gozo y alegría porque estamos colaborando con un gran
Modelo Económico y “Sosiá”. Tampoco nos importa que nos troceen en mil partes
para poder hacer todas las tareas que se nos soliciten. Hacemos el tiempo de
trabajo que haga falta. Aceptamos hacer deporte para conseguir ser cada día más
“flexibles” y adaptarnos a cualquier situación.
Pero, hablando en serio ¿Por qué hemos llegado a esta situación? ¡Que
nadie se equivoque! Las cosas no suceden porque sí, sin ninguna razón aparente,
todo lo contrario. Hay muchos enemigos y son invisibles, como los disruptores hormonales que están por todas
partes, en el agua, la comida, en nuestra casa, en el trabajo y, no nos damos
cuenta de que nos están matando, poco a poco, de una manera silente, sin hacer
ruido.
Como el dinero lo puede todo o
casi todo -poderes financieros, mercados, BM, OMC, etc.- están acompañados,
además, de su propi@ ángel@, que les hecha una buena mano. Por esta razón están
transformando el mundo, la llamada post modernidad ¡La nueva era! ¡La globalización!
que se ha servido de una legión de “ideólogos del mercado” ¡Los nuevos
evangelistas!
Es evidente que, para que los “pastores”
sean seguidos por el “rebaño”, tienen que darse las condiciones adecuadas para
ello, por ejemplo: catástrofes, como el cambio climático, una gran inseguridad
personal, delincuencia, violencia, alienación de la vida con trabajos precarios,
aumento de la pobreza y miseria humana, insatisfacción general, una felicidad
herida, inseguridad social. En definitiva, una gran crisis. Pero una crisis muy
dura y que, además, dure tiempo para que se puedan cambiar muchas cosas. ¿Qué ingenuos
hemos sido al creer en una justicia social para todos?
Así que, ya tenemos todos los
ingredientes para el guiso. ¿Y los chef, pinches, camareros, para cocinar,
aderezar y presentar los platos? ¡Hagamos un Reality Show! Necesitamos los medios de comunicación, pero como son
los dueños del negocio ¡No hay problema! Ahora necesitamos los actores, malos y
buenos, para confundir al espectador y no desentrañar la estrategia que hay de
fondo. Se crean nuevos espacios políticos y de “opinión”, hay que adaptar la política
al lenguaje mediático, simplificando la política y, cuando sea el momento, se
adereza con sal y pimienta. Ya es la hora para lanzar el mensaje “Los políticos son banales, serviles,
mentirosos y corruptos”, y ¡Milagro! Los mensajes negativos, junto a la
política del escándalo, conllevan a la identificación de lo político con lo
corrupto. ¡Objetivo logrado! ¡La
política no sirve para nada y está en crisis!
Pero, a este paso, podemos acabar
como decía El Roto “tanto luchar para
derribar el sistema y al final se cae solo” Pero este no el sistema que
queremos derribar. Necesitamos la
POLÍTICA y un Gobierno fuerte que aplique medidas contra los
desequilibrios, contra la marginación, la pobreza, con políticas de desarrollo
y equidad social.
Sin embargo, desgraciadamente,
parecemos un “homo clausus”. Estamos
solos, aislados en el mundo, nadie nos acompaña, nadie nos protege. La
solidaridad, los sindicatos, los partidos políticos, parecen que fueron
engullidos por los hijos de Frankenstein, “zombis de la noche”.
¡Hay
que reivindicar la Política!
¡Hay que despeñar en “el barranco del olvido” a los políticos corruptos! No
quiero poner ejemplos porque me faltaría papel y tiempo para hacerlo, pero esta
mañana viendo la TV en un espacio político, entrevistaban al portavoz adjunto
del Partido Popular en el congreso de los Diputados Españoles. La periodista le
preguntaba sobre los casos de corrupción descubiertos en su partido y la
respuesta, sistemática a cada pregunta, era acusar al Partido de la Oposición
(PSOE). ¿Cuántos casos de podredumbre? Los EREs, la UGT Andalucía, etc. etc.,
además de los asuntos preguntados al portavoz del PP. Cada pregunta y respuesta
iba acompañada de una pestilencia que iba in
crescendo, cada vez más repugnante, hasta la náusea ¡Qué asco! Pero toda esta
“mierda” había sido disparada en todas direcciones ¡No se ha librado nadie! ¿Todos
están manchados de “mierda”? pero, ¡QUÉ ASCO! Aunque creo firmemente que muchos
deben estar limpios ¡Hay que buscarlos! ¡Es urgente! Tenemos que salvar la
Política, aunque hay que buscar a un médico intensivista que la encame en la
UVI antes de que sea demasiado tarde.
Necesitamos olvidar la misma “canción” de siempre…
¡Y TÚ MÁS!
Estos desgraciados no comprenden
que cuando y tu más, nos alejamos
cada vez más de la política. La desafección agranda el acantilado y no queremos
caer en él, porque todos perderemos. Adiós a estos apóstoles de lo ajeno, habéis
perdido el norte y el corazón del pueblo.
Aunque mi condición de “optimista
melancólico” me dice que, estamos en lo más profundo de una crisis del sistema porque,
todo lo que está pasando es esperanzador ya que se avecina una nueva era. Sin
embargo, habría que hacer muchos cambios, como que desaparezcan los “profesionales”
de la mentira.
¡Hay que reinventar la POLÍTICA!
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