martes, 17 de diciembre de 2013

“MAYORÍA SILENCIOSA” VS “MAYORÍA SILENCIADA”


Vivimos malos tiempos, por primera vez en la historia nuestros hijos e hijas tendrán peor nivel de vida que la de sus padres y no por una crisis económica bíblica, sino por la codicia y la voracidad de unos pocos. Después de la segunda guerra mundial se pactó la Declaración de los Derechos Humanos y se acordó que la sociedad se merecía un bienestar que acabara con el hambre y las desigualdades. Esta fue una medida inteligente por parte de los “señoritos del capital” porque se auto protegían de las masas descontentas que podrían poner en peligro su estabilidad económica. Desarticular la indignación social era la garantía de tener distraídos a los “desarrapados” mientras seguían amasando sus fortunas, especialmente tras una guerra que provocó millones de muertos. El gran triunfo del capitalismo fue que toda la población creyera que sus pequeñas inversiones (una lavadora, un televisor, un coche, incluso un pisito) los convertían automáticamente en capitalistas. Pero los sueños no son eternos y tienen el peligro de que se confundan con derechos inmanentes al ser humano ¡Hasta ahí podíamos llegar!
Han pasado varias décadas y la vaca dejó de dar la suficiente leche para satisfacer las ansias compulsivas de los “nuevos mercados”. Así fueron bautizados con habilidad  los nuevos ricos del mundo y estos dejaron de visualizarse como los responsables de las injusticias sociales. Se transformaron en entes incorpóreos, no tenían nombre ni apellidos y por tanto no podían ser objeto de chanzas por parte del pueblo ¡Otro nuevo milagro! El enemigo se hace invisible, entonces  ¿Contra quién luchar? Incluso nos dicen que no existen esos entes maléficos, que todo es la consecuencia de un Nuevo Orden Social Mundial, que el mundo está cambiando y que nadie lo puede parar, por tanto, no puede ser modificado. Además, nos anuncian que esta es la única vía que nos protegerá de la crisis global y de grandes infortunios. Esta proclama se coloca en el altavoz  aunque la gente llegue a morir de hambre. Este es el precio que hay que pagar para su protección aunque hay que hacer algún sacrificio personal. Todo sea por el “Bien Común”, un Nivel Superior. Creo que el bien común está en sus propias alforjas. Por tanto, todas estas injurias y calumnias a los mercados son una fabulación que solo está en las cabezas de los que solo les interesa la desestabilización del orden social que con tanto sacrificio hemos amamantado durante tantos años. ¡Aquí está el quid de la cuestión! Somos como moscas que están molestando al “señorito”.
Pero, sí, el precio que hay que pagar es muy alto y no parece que la situación se vaya a resolver en un plazo muy corto. En Alcalá de Guadaíra (Sevilla), mueren por una intoxicación alimentaria y/o química un matrimonio y su hija que se alimentaban de comida caducada que les regalaban, estos vivían de la recogida de cartones tras quedarse los padres en el paro (15/12/2013). ¿Hacia dónde camina la solidaridad de la POLÍTICA SOCIAL? ¿Cuáles son los límites de los recortes sociales? ¿Hasta cuándo podremos aguantar esta situación? ¿Cuánto dinero necesita los mercados, bancos y demás “hijos de la caridad de lo ajeno”? ¿Cuántas muertes serán necesarias para invertir todo este proceso? Yo propongo ante esta situación, que es inaguantable, intolerable, desesperante, que formemos un colectivo social fuerte de gran asertividad y que gritemos alto que NO vamos a soportar ni un minuto más esta injusticia social.
Aunque veamos “las barbas de nuestro vecino cortar, NO pondremos las nuestras a remojar”. Pero lo que sí vamos a poner en remojo son “nuestras penas, nuestras angustias” para arrancarlas de cuajo, aunque se lleven pegado parte de nuestra propia piel. Sacrificaremos nuestra economía si con ello eliminamos la carne putrefacta de estos apóstoles de lo ajeno.
Debido a gente que piensa como yo, el Gobierno, nuestro Gobierno español nos anticipa una Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana. Una ley que se dice “proteger” la “seguridad” de los ciudadanos y que requiere una mayoría absoluta cualificada en materias “muy sensibles” y ¡Tan sensibles! como es la libertad ¡Qué ocurrencia! En una democracia no existe mayor desatino que legislar la libertad de los ciudadanos para ejercer mayor “control social”. Nos recortan los derechos sociales y después nos introducen en una jaula para limitar nuestros movimientos, nuestra capacidad de protesta. Pero, queridos defensores del oprobio, podréis limitar nuestro cuerpo pero no nuestro pensamiento, ¿Sabéis cómo se llama este desatino?    
Lo primero es meter miedo, después nos recortan las orejas, las manos, los ojos, la lengua y con esta minusvalía nos confinan en una celda de castigo. Quieren que seamos una “Mayoría silenciosa” y si no es así, como dice Concha Caballero, lo harán por “Ley Orgánica”, seremos una “Mayoría silenciada”. ¿Y si nos indignamos? debemos hacerlo en nuestras casas, privadamente.
Pero ¿Cuáles son las líneas rojas que la Ley pretende introducir?:
-          Acabar con las protestas de raíz, por vía gubernativa y sin apelación posible.
-          No se podrá volver a acampar para protestas en ningún lugar público.
-          No se podrá acompañar a las víctimas de los desahucios.
-          No se podrán celebrar manifestaciones en torno al Congreso de los Diputados.
-          No se podrán grabar las actuaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad ni    compartirlas en las redes sociales. Si hay violencia policial, debe quedar en la estricta  intimidad.
-         No podrán colgar pancartas ni banderas en edificios.
-         No podrán instalar tenderetes para recoger firmas o repartir propaganda.
-         Tengan cuidado con sus expresiones y que no supongan una ofensa para España a juicio de la autoridad competente.
-         No hagan reuniones o manifestaciones en lugares de tránsito público.
-         No pierda el DNI y llévelo siempre encima.
-         No pronuncie injurias, calumnias ni acusaciones contra las autoridades o instituciones en las manifestaciones públicas.
Esto solo es un avance y mucho me temo que como lean mi Blogs igual me lo prohíben y me multan. Así que quiero sugerir dos mensajes, el primero que no os pertenezco, es decir no me consideréis de la Mayoría Silenciosa y en segundo lugar, que me rebelo contra la Mayoría Silenciada, no me callarán mientras tenga un hálito de vida, siempre pensaré en libertad y diré libremente lo que pienso. Lo lamentable es que en estos momentos en España que es Europa, estemos hablando de todo esto ¡Parece de “Aurora boreal”! pero alguien nos dirá que ¡Aún podríamos estar peor!

martes, 10 de diciembre de 2013

UNA NOCHE MÁGICA EN EL AUDITORIO MANUEL DE FALLA


Era una noche gélida y subir a la colina roja donde está el Auditorio Manuel de Falla suponía enfundarse en varias capas de abrigo, bufanda, sombrero y guantes, además de una gran dosis de voluntad y energía. El premio era reconocible y seguro, un concierto de Miguel Poveda tenía la garantía de que bajaríamos a Granada con una buena friega de bálsamo en nuestro corazón y en el ánimo, tan castigado por las malas noticias diarias de una “crisis” inducida y agravada por algunos “representantes” del pueblo que no tuvieron empacho de fotografiarse en el Auditorio. Lo que ellos no saben  es que el pueblo no es tonto y que somos capaces de visualizar su conciencia y su sensibilidad, sabemos que tienen piel de galápago y una conciencia de caracol. Su “amusia” es descaradamente manifiesta.
A pesar de su juventud, Miguel Poveda, ha actuado con los mejores y en los principales festivales de música. Empezó a cantar siendo aún un niño a los quince años y su ascensión en la música ha sido como la de los más grandes de la historia del arte. Desde que viví su primer concierto me estremeció de tal manera que intuí que el tiempo no pasaría por él, tuve la sensación de estar ante un artista atemporal, no cabe duda que este ser pequeño pero gran hombre era un elegido.
Nunca le he agradecido suficientemente a mi querido amigo Andrés de Huelva, que fuera él quien me transmitió su pasión por el flamenco. Hace ya algunos años me habló de Miguel Poveda, decía que era un auténtico “prodigio” y de cómo se le erizaba la piel cuando lo oía cantar. En aquella época yo estaba distraído con la música “culta” y el jazz, hoy día sigo las corrientes del jazz fusión con el flamenco ¡Esos momentos son de auténtica gloria! Querido Andrés, en tu haber está mi recuerdo cada vez que he ido a un concierto de este gran artista polifacético o cuando lo escucho en sus discos. Quiero que sepas que te tengo muy presente en mi memoria cada vez que me estremezco con su música, me acuerdo de ti y te doy las gracias por cada una de las experiencias únicas que disfruto en vivo y en directo, porque es muy diferente ¿No crees?
Para abrir boca empezó su concierto Miguel Poveda con Poesía. En esos momentos se congregaron en el aire y en el espacio del Auditorio Manuel de Falla varios poetas. El primero en presentarse fue Miguel Hernández, hizo su entrada con el poema  para la libertad que tantos artistas la han versionado, desde Serrat, Miguel Ríos y una larga lista de flamencos. Reconozco que la versión de Miguel Poveda me emocionó de una manera muy especial, tuve la impresión de estar escuchando la canción por primera vez. Quien me iba  a decir a mí que este poema que, fue escrito hace más de setenta años, siga estando de actualidad. También fueron invitados a la fiesta los poetas Ángel González y Federico García Lorca. La sala quedó inundada por un halo mágico de poesía y de los ectoplasmas y duendes de los poetas que bailaban al son de la música acariciando nuestras mejillas. ¡Qué momentos tan mágicos!  
En la segunda parte del concierto cambió de palos hacia un cante más jondo, cantó por bulerías, malagueñas, tientos caracoleros, tangos extremeños, seguiriyas y cabales. ¡Qué sentimiento tiene el flamenco! Y como lo interpreta Poveda, cada pieza musical es diferente, la desentraña hasta las tripas, como si fuera la primera vez, con angustia, con dolor, desde lo más profundo del alma. No hay duda estamos ante un artista único, irrepetible, muy especial, que sobrepasa la dimensión del tiempo y que genera en cada actuación un halo mágico que inunda y contagia a todo el auditorio.
Y para cerrar este círculo de ensueño recorrió el camino de Quintero, León y Quiroga, la “Copla andaluza”, que se está recuperando del olvido gracias a intérpretes como Poveda y que sabe con maestría cantar y contar esta trova poética. Por último, se rindió un merecido homenaje al cantaor recientemente desaparecido, el granadino Enrique Morente, maestro de muchos artistas y que tanto representó en la vida artística de Miguel Poveda.
 
 
 
Foto del diario IDEAL en el Auditorio Manuel de Falla (8  diciembre 2013).
(Expresiones del sentimiento de Miguel Poveda durante su actuación en Granada)
 
 
 
Pero ¿Cómo podría yo definir a Miguel Poveda? ¿Por su voz, su presencia, por el pellizco de su cante?
Su aire al cantar me llega a los oídos, a la retina, al pecho y a la garganta ¡Pobre corazón doliente! Mi sangre se arremolina, se paraliza cuando advierte tu quejío  ¿Y las manos? Mis manos, tus manos, apretadas, crispadas, revueltas y retorcidas, parecen que  claman, suplican, interrogan y, a veces, sentencian ¡Qué decir de  su talle flamenco! Cuando el aire de su cante penetra en mi cuerpo avizor, queda inmóvil, atento, vigilante. Y ¡Ay, Ay, Ay!  Mis sentimientos como cuerdas de guitarra acompañan el rasgueo de tu cante. De tu boca, el aire se hace nota y un rosario infinito de cuentas de puñales. Mi pulso, a ritmo de tientos, coplerías y soleá. ¡Ay, Ay, Ay! ¡El aire de tu cante, el aire que respiro! Pellizcos que no veo pero siento que entumecen mi pensamiento y tu voz, la voz, el sentimiento, tu sentimiento. Tu emoción, mi conmoción, mi gratitud, mi reconocimiento al Miguel íntimo, al ArteSano.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

UN DÍA CUALQUIERA


El camino se abría entre arbustos y el suelo estaba cubierto de hojas secas y ramales que entorpecían mi paso, a veces quedaba atrapado a punto de caerme lo que me obligaba a ir pegando saltos hasta la extenuación. Aún faltaban seis kilómetros y ya había recorrido unos cinco. Todos los días caminaba más de veinte para ir a trabajar a las granjas que estaban en las afueras de “Pelotero”, mi pueblo. Nunca comprendí la toponimia de mi lugar de nacimiento, algunos decían que era porque donde yo vivía había muchos “pelotas”, y otro, menos conocido, porque el fundador fue Pedro de Otero y por la forma de su uso por la gente se transformó en Pelotero ¡Que poco tiene que ver una cosa con otra! Algunos ilustrados como De Gruyter resaltaban que esta etimología popular se debía a la falta de conciencia del origen del nombre. No sé por qué este Gruyter decía que no teníamos conciencia en mi pueblo, pero con ese nombre extranjero ¡Que iba a saber él!

 En definitiva, provengo de un pueblo que confunde un nombre propio con las “pelotas” o lo que es peor, porque no tiene conciencia de su procedencia. De todas formas éramos pocos, no más de mil habitantes y todos, salvo el cura que era foráneo, nuestro trabajo consistía en ser servidumbre de los demás. Teníamos que emigrar fuera de allí  para tener un trabajo. También nos acompañaba  la fama de ser muy supersticiosos, lo oculto nos angustiaba y las manías se nos inculcaban desde niños. Prácticamente no hablábamos con nadie y yo creo que no era por carácter y sí por desconfianza. Nos habían enseñado a protegernos de nuestros semejantes, incluso de nuestros propios familiares, incluidos padres y hermanos.

En los pueblos vecinos nos llamaban los “pelotas o los mantecas” porque éramos fríos, anfóteros como la grasa, sólida o líquida según hiciera calor o no, y sobre todo porque nos podían apalear que todo nos resbalaba como si fuéramos bolas de sebo. En mi pueblo nadie estaba en el paro laboral, decían que los mejores trabajadores estaban en el Pelotero, repito una vez más, mi pueblo. Podíamos trabajar hasta doce horas seguidas sin que nadie se quejara y tampoco reclamaban aumento de sueldo. Este era nuestro carácter, la suspicacia, el mosqueo permanente  que sentíamos hacia cualquier ser humano. Por no discutir no hablábamos y, sobre todo, para no hacer amistades que eran muy traicioneras. Incluso nos apodaban como “los peloteros mudos”.

 El único ilustrado que tenía estudios de mi familia, era yo. Había estudiado veterinaria y gozaba de una vida interior muy plena, incluso reflexionaba sobre mi clarividente inteligencia con la que Dios me había agraciado. Cada día y durante las largas caminatas que hacía a diario, reflexionaba hasta tal punto que a veces sentía la presencia de mi “doble ajeno a mí mismo y que, no obstante, era yo mismo”, aunque, otras veces, era ajeno a mí mismo y que lo observaba a partir de mi doble. Por esta razón reconocía en mi interior un abismo insondable que, siendo propio, era el de todos y de cada uno de los paisanos de mi pueblo ¡Esta es nuestra Excelencia!

 Confieso que soy un gran observador, también  muy crítico, pero sobre todo soy esencialmente reflexivo. Aunque me gusta escuchar la música como a Shostakovich, especialmente sus cuartetos de cuerda. Todo mi mundo se ordenaba y me daba fuerzas para comenzar un nuevo día. Pues bien, ustedes comprenderán que con esta altitud de miras reflexivas que tengo, compaginarlas con mis pensamientos y con el meteorismo de un burro que tenía que visitar, me planteaba unos problemas psicológicos que, a veces, eran insoportables para cualquier ser humano. Es verdad que yo soy médico de animales, pero también lo soy de otros animales, los “racionales” porque, en definitiva todos somos “animales”. Estoy capacitado para atender tanto a un burro como a un alcalde que, aunque no me crean, están más cerca en cuanto a sentimientos, de lo que nosotros pensamos.

 Cuando llegué a la granja de Feliciano, este salió corriendo de su casa y me dijo que Catalino, su burro, estaba muy enfermo, no quiere comer y está muy inquieto, no hace más que dar coces, está dislocado, no me reconoce, creo que está enfadado conmigo. Pero hombre como se va  a enfadar un burro, vamos a verlo y saldremos de dudas.

 ¡Coño Feliciano! Yo diría que está  a punto de parir. ¿Qué? Eso es imposible, como ves es un burro. Bueno, bueno, en una ocasión te dije que sus órganos reproductores eran raros, como si fuera hermafrodita. Y ¿Eso qué es? Pues que probablemente tenga una matriz y esté de parto. Pero si tiene una verga que... bueno, no es grande pero... No te equivoques, lo que verías sería el clítoris que en estos animales está muy desarrollado. En ese momento Catalino o Catalina se puso a bramar como si lo estuvieran desollando. Mira, mira, ya aparece el retoño por aquí. A los pocos minutos el animal parió, en este caso, sí, era un burrito. Feliciano me preguntó que me debía ¡Anda hombre, pues nada! con el mal rato que has pasado, ya me invitas a una cerveza cuando nos veamos el próximo día.

 Volví al pueblo después de cinco visitas más y cuando llegué a mi casa me esperaba en mi portal el alcalde de “Pelotero”. Mira he venido a hablar contigo porque como tú eres el más estudiado del pueblo, me gustaría oír tu opinión sobre una idea que se me ha ocurrido. Ya sabes el cachondeo que tiene la gente con el nombre del pueblecito, he pensado que para acabar con tanta infamia podríamos cambiarle el nombre en el próximo pleno, sabes que te tengo mucho aprecio y que me gustaría contar con tu apoyo, ya que como concejal de Turismo y Medio Ambiente la gente te respeta mucho. Bien y ¿Que nombre se te ha ocurrido? Pues, aún no lo sé, pero ¿Qué te parece un letrero a la entrada del pueblo que diga “De Otero”? Me he informado y quiere decir que el pueblo está solo en lo alto de una colina donde se ve toda nuestra vega, es fácil de decir y no causará más problemas, por ejemplo, los habitantes del pueblo seríamos los Oterenses ¿Qué te parece? Bien ¿Verdad?  Pero, vamos a ver Mariano ¿Cómo se te ha ocurrido ese nombre? Pues, verás, este es mi segundo apellido, en el pueblo me conocen como Marianico Bragueta, nunca dije lo “De Otero” por las risas y por si me perjudicaba en las elecciones, alguien podría pensar que soy extranjero ¡Fíjate! Toda la vida aquí desde mis bisabuelos. Pues sí Mariano, va a ser verdad que el fundador de este pueblo fue tu tatarabuelo D. Pedro De Otero. Me parece una buena elección, apoyaré el cambio de nombre a nuestro pueblo.

sábado, 23 de noviembre de 2013

BIOGRAFÍA DE UN CAMBIO


En los últimos 5 lustros, que no es poco, mi trabajo ha sido más gratificante de lo que yo esperaba. Mi vida dio un giro radical ya que cambié la bata, las guardias agotadoras en la UVI, los cateterismos o los tubos endotraqueales,  por la tiza y el borrador.  Cuando empecé este nuevo camino lo hice con gran ilusión, nunca eché de menos mi vida pasada de médico, aunque esta situación fue más un estado emocional que vocacional. Pero tenía muy claro que pasar toda la vida laboral en una UVI podría ser una desgracia, incluso el preludio de un fin anticipado. Cuando me preguntaban por mi profesión, incluso después de abandonar la clínica, respondía que médico y no profesor. Sí es verdad que cambié de tareas, pero el objetivo era el mismo, dejé el “trabajo de campo” que era agotador y trabajé desde la medicina, la psicología, la sociología e, incluso, la ecología. Mi trabajo era más teórico y mi mirada fue más allá que desde el interior de un simple catéter.

 
No cabe duda que esta nueva perspectiva sobre la salud y la muerte me hizo cambiar radicalmente, entre otras cosas porque me ponía en la frontera. Frontera que me colocaba en el ostracismo de la ortodoxia médica pero que amplió mi consciencia y, no solo eso, sino que me hizo crecer como ser humano. Esta visión diferente de la medicina, venía  a satisfacer uno de mis sueños más vetustos desde que empecé a trabajar en el hospital. Cuanto más trabajaba en la medicina intensiva, el conocimiento y la reflexión no eran suficientes para desentrañar los problemas en mi vida diaria, no era capaz de encontrar las soluciones adecuadas en mi trabajo de médico intensivista. Es verdad que tenía poco tiempo para reflexionar y, mucho menos, para ser crítico ante una medicina que se estaba deshumanizando a pasos agigantados conforme se plegaba al Dr. Frankenstein de la avanzaba tecnología, todo un contrasentido. Esta etapa sobrevino en el tiempo justo, cuando estaba saturado de experiencias, muchas de ellas poco gratificantes.

 
Los primeros años en la docencia fueron difíciles, las malas condiciones académicas, laborales y económicas me hicieron dudar en algunos momentos, sin embargo, el contacto con los alumnos era rejuvenecedor y muy gratificante. A lo largo de todos estos años la metodología en la enseñanza cambió mucho y para bien. Mi gran obsesión era no ser un profesor excesivamente ortodoxo y dogmático, desde el principio tenía muy claro que el objetivo fundamental era procurar que los alumnos y las alumnas desarrollaran imaginación y una actitud crítica y reflexiva ante los problemas sociales que intervenían en las formas de enfermar y morir. Siempre provocaba el debate, huyendo de la pasividad de algunos que, a veces, actuaban como si estuvieran “lobotomizados”, robóticamente tomaban apuntes, como si se tratara de una clase de recetas de cocina. Prefería, de una forma intuitiva, que tuvieran una “mente bien ordenada” antes que otra “llena de muchos datos”, como posteriormente nos recomendara Edgar Morin.

 
Uno de los cambios más importantes, respecto a mi vida anterior, fue que “yo era dueño de mi tiempo”, podía disponer con mayor amplitud de muchas horas para ocuparlas en mi nuevo trabajo o, incluso, para pasear entre clase y clase. Tantos años siendo esclavo de los horarios, con más de diez guardias al mes me obligaba a estar enclaustrado en el hospital. Las clases las viví como una bendición, incluso me sentía muy afortunado porque, además de hacer algo que me gustaba y distraía, me pagaban. Este era el mejor indicador de mi satisfacción.

 
Mi objetivo fundamental en el trabajo de la Universidad era el “camino” a recorrer, no quería tener grandes pretensiones al iniciar una carrera alocada para llegar a lo más alto del escalafón, especialmente porque conocía cual era el precio que tenía que pagar. Nunca me sometí a nadie y no lo iba a hacer ahora. He conocido a mucha “gente mediocre” en el Sancta Sanctorum o Templo de Salomón del conocimiento o de las banalidades, la Universidad, lo cual me sorprendió y mucho. Esta circunstancia me hizo tener una visión casi compasiva del ser humano, aquí pude conocer lo vulnerable y débil que podría ser, aunque “supuestamente” fueran personas “ilustradas” con más recursos intelectuales para afrontar todo tipo de coping. Pero no, a veces la realidad era muy cruel, se producían luchas encarnizadas para alcanzar unos objetivos que servían básicamente para obtener unos refuerzos psicológicos y así alcanzar un supuesto reconocimiento de éxito o triunfo. Otros elementos como la excelencia científica, no se tenían en cuenta, de nuevo un contrasentido. Afortunadamente yo podía desarrollar mi trabajo siendo ajeno a estas guerras de guerrillas. Mi autonomía era total, yo iba a lo fundamental y las distracciones para los demás. Mi trabajo anterior me ayudó a valorar lo que realmente era importante.

 
En esos días tenía tiempo para prepararme las clases, diseñar y trabajar en la investigación, asistir al Real Conservatorio Superior de Música, aprender música y tocar el violín, pasear con mi familia, cultivar mis aficiones, etc. este era el mayor regalo que me hacía la Universidad. Por primera vez, el trabajo no fue un tripalium o “potro de tortura”.

 
Mi condición de médico me proporcionó algunos problemas, incluso provoqué una “cruzada” a nivel nacional. Mi Departamento era de Psicología Social y Sociología ¡Qué raro para un médico! ¿O no? Cuando salió la plaza a concurso oposición con el perfil de “Problemas psicosociales de la salud”, en ese momento, algunos médicos “atrasados mentales” y viejos “amigos políticos” que profesaban la cultura de la exclusión y la intolerancia, consideraron que todo lo referente a la salud debería ser patrimonio exclusivo de los Departamentos médicos y de salud pública, no comprendían que la salud podía ser objeto de estudio desde otras ciencias sociales. La movilización de la “secta médica” fue escandalosa, tuvo una proyección nacional y me impugnaron la plaza desde muchos rincones de este país. Estuve en el ojo del huracán y lejos de amedrentarme me sentía orgulloso y contento, lo viví como una injusticia social que debía combatir. Estoy convencido de que, de no haber sido yo uno de los candidatos a esta plaza, las cosas hubieran sido diferentes. Afortunadamente prevaleció la razón y la respuesta fue el rechazo del Ministerio a dicha impugnación

 

Durante todos estos años, he ido seleccionando mis preferencias en la medida que pude. Mi actividad se amplió poco a poco y estuve ocupando cargos de gestión en la universidad de Granada durante más de una década. Dirigí un grupo de investigación que me ocasionó muchas alegrías y algunos quebraderos de cabeza. Llevé a cabo proyectos de investigación, entre ellos recuerdo un estudio en Marruecos sobre el Cannabis Sativa, el cual me ayudó a viajar y conocer el Rif. Este trabajo lo desarrollamos tres grupos de investigación distintos, cada uno ocupaba una parcela diferente. Uno de ellos fue dirigido por el Dr. Ethan Russo (Primero a la izquierda), médico neurólogo americano que investigaba los aspectos médicos de la marihuana, los efectos terapéuticos del Cannabis ocupaban ya un lugar en los libros de medicina. Mientras tanto yo me ocupaba de todo el área psicosocial de esta droga.  

 
¿Para qué sirve la Universidad? ¿Qué papel puede desarrollar en una sociedad como la nuestra? ¿Cómo funcionan las agencias de socialización? Estas claves deben ser meditadas pausadamente. Es evidente que los parámetros que nos ayudaron en épocas pasadas para conocer e interpretar nuestra realidad, hoy día no pueden ser las mismas. La globalización y la complejidad deben ocupar un lugar preferente en este análisis. Hay que tener en cuenta que “El desafío de la globalidad es la complejidad” y que los problemas sociales no son solo locales, son globales y las nuevas unidades de análisis nos ayudarán a comprender la dimensión de los problemas en el mundo actual, entre ellos la salud. Esta es una parte de mi biografía y como afronté los cambios que voluntariamente elegí.

 

 

sábado, 9 de noviembre de 2013

UN CUENTO DE NAVIDAD


El sol ya se había ocultado por el horizonte y yo caminaba de vuelta hacia mi casa. Estaba en un lugar perdido, en las afueras de la ciudad. Allí no llegaban ni los servicios de limpieza, ni siquiera los postes de la luz. El ruido ensordecedor de la circulación se había quedado atrás y la luz eléctrica también me había abandonado, solo se veía en el fondo de la oscuridad una silueta de luces que marcaban las casas de la población. Caminaba a oscuras y en silencio con la única compañía de mis pensamientos y algún que otro ladrido lejano. Recordaba como en menos de un año había cambiado tanto nuestra vida. A mi mujer, Telesfora, le habían diagnosticado una tuberculosis acompañada de una fibromialgia que la tenía postrada e incapacitada todo el día en la casa. Gracias a su madre, Dña. Eulogia,  que vivía con nosotros, podía atender los quehaceres domésticos y a los tres hijos que teníamos, el mayor con nueve años y los otros de cinco y tres.

Durante el camino de vuelta recordaba que, otro día más, la búsqueda incesante de trabajo había sido inútil. Hacía más de un año que estaba en paro y el país se iba a la mierda. Todos los días despedían a miles de personas del trabajo y la pobreza iba en aumento. Las perspectivas según los políticos y la de sus amos eran muy pesimistas, no había un espacio para la esperanza y la dichosa crisis, que nos estrangulaba, se preveía que iba a durar varios años. El futuro era un cielo negro lleno de nubarrones, por esto no podía comprender por qué la gente actuaba como si no pasara nada.  Me preguntaba por qué en el centro de la ciudad ya estaban colocadas y levantadas las ofrendas al dios del Consumo y las luces de navidad. Aún faltan dos meses para la “noche buena”, el 24 de diciembre y ¡Ya están ahí! ¿A qué juegan estos políticos? ¿A quién pretenden engañar? ¿Por qué esta provocación? ¿Acaso para ocultar, a través de las luces de colores, la inmensa miseria de los desahuciados del capital?

Yo era un economista, creo que bueno y llevaba la contabilidad de dos grandes empresas hasta que hicieron un ERE y fui despedido. Mí día a día, era vagabundear por la ciudad y buscar trabajo, lo intenté en las comunidades de las viviendas para llevar la administración, en todos los sitios me decían que habían expulsado al administrador por lo de la crisis, ¿Usted me entiende?  ¿De camarero? Tampoco, porque decían que era demasiado viejo. Solo tengo 45 años pero mi calvicie prematura y las canas que había heredado de mi madre me daban un aspecto más mayor. ¿De albañil? ¿Dónde? Si desde hacía varios años no se construía una casa nueva, ¡Imposible! ¡Qué gran paradoja! Tener un título universitario era un hándicap para encontrar trabajo.   

Pero, a pesar de los problemas, mi mujer y yo éramos optimistas, nos queríamos y nuestros hijos eran nuestro motor y una bendición divina. Mi mujer trabajó de enfermera antes de sus dolencias y ahora no cobra ninguna ayuda porque era interina haciendo turnos nocturnos, algunas veces la veo llorar porque la situación cada vez está peor y es muy difícil de sobrellevar. 

Juntos podíamos superar todas las dificultades. Sin embargo,  solo nos quedaban cinco meses para cobrar una ayuda de 500 € al mes. Nos habían embargado y echado de nuestra casa por impago de la hipoteca y nos vimos obligados a vivir en un cuchitril de 40 metros cuadrados. La nueva casa era una semicueva y las condiciones muy precarias. Por todas estas circunstancias, mi mujer Telesfora tuvo una infección tuberculosa, aunque dijo el médico que se había contagiado en el hospital.   

Cuando llegué a nuestra casa, me la encontré llorando con gran desconsuelo, junto a ella estaban los niños muy asustados y nerviosos.

¡Por fin! Ya estás aquí ¿Por qué has tardado tanto? Ya sabes, he estado buscando trabajo, pero ¿Qué te pasa? parece que se ha muerto alguien. No, no se ha muerto nadie, por ahora,  aunque todo llegará. ¿Qué ha pasado? Han estado aquí los del Servicio Social, han venido a inspeccionar la casa porque se han enterado que tengo una tuberculosis y ellos piensan que puedo contagiar a los niños. Yo creo que nos van a quitar los hijos. ¡Anda ya! son figuraciones tuyas. Intenté calmarla pero mi esfuerzo no logró tranquilizarla.

Al día siguiente volvieron los del Ayuntamiento con una orden judicial junto a dos policías municipales. El miedo se reflejó en la cara de mi mujer y de mis hijos. Entraron a empujones en mi casa y se llevaron todo lo que teníamos, la casa enmudeció, Telesfora y yo, sin fuerzas, nos desplomamos en el suelo y el sufrimiento nos impidió soltar una sola lágrima. Nos quedamos abatidos, indefensos, impotentes y cargados de odio hacía un mundo que nos había arrebatado todo, incluso la dignidad como seres humanos.

Al mes de haber sido ultrajados, Telesfora, mi mujer, cayó muy enferma e ingresó en el hospital. En solo dos meses murió y los médicos no comprendieron porque había muerto, algunas enfermeras dijeron que no tenía ganas de vivir, que la vida sin sus hijos no tenía sentido. La noche del 24 de diciembre exhaló su último aliento. ¡Maldita sea la navidad y sus luces de fiesta! No comprenden que hay muchas familias que están sufriendo ocultadas tras el papel de celofán  de los mantecados de las monjas de clausura. Escondidos, aislados, invisibles ante el mundo exterior. Cuanto más aparece la normalidad hay más ostracismo y  silencio.

Hoy estoy en este hospital, me ingresaron la noche vieja por un delirium tremens y desde hace más de tres meses no sé nada de mis hijos.

Apaguemos las luces que nos deslumbran y ocultan lo que hay en la oscuridad.

sábado, 2 de noviembre de 2013

UNA HISTORIA DE LA VIDA COTIDIANA


Esta historia comenzó­ hace muchos años, tantos que parece de otra época, casi a mediados del siglo pasado. Me da vergüenza contarla y que alguien piense que estoy narrando mi propia vida. Todo comenzó en una cueva, era un lugar bellísimo donde organizaban fiestas y guateques. Yo me encontraba allí casi por casualidad, aunque con la perspectiva del tiempo y lo descreído que soy hoy día, ya que cada vez pienso menos en la atribución de la razón a todos los acontecimientos de la vida, es muy probable que fuera cosa del destino. Cada vez que recuerdo aquellos momentos me zarandean como si hubieran pasado ayer, la emoción me recorre todo mi cuerpo, empezando por el cuero cabelludo hasta cada centímetro de mi piel y se me eriza de igual manera como cuando de niño me ladraba un perro, siento como toda mi epidermis queda acorchada, parece una especie de coraza que me protege y aísla de todo lo que me rodea.

Recuerdo aquella muchacha rubia con su abrigo blanco, los ojos celestes y una sonrisa que me llenaba de paz y de alegría. Desde ese primer momento no necesitábamos hablar mucho, nos comunicábamos con la mirada, con gestos y parecía desprender un halo blanquecino que me envolvía y me colmaba de felicidad. En aquellos momentos no era muy consciente de lo que me pasaba, solo me transportaba a un mundo que me hacía olvidar de donde venía y los problemas de mi vida cotidiana. De una manera, aparentemente inconsciente, cuando la tenía entre mis brazos bailando y aspirando su olor, su aroma, me embriagó de tal forma que salieron de mi boca unas palabras que me sorprendieron a mí mismo. Me sentí muy turbado, casi avergonzado por mi atrevimiento, durante unos segundos la observé esperando que me recriminara, sin embargo, estaba tan azorada que no pudo reaccionar. Uf! pensé, esta vez me he escapado.

Cuando acabó la fiesta, bajamos la colina abandonando la cueva, íbamos en silencio, no sabía que decir, debía pedirle disculpas pero, de nuevo, sin saber por qué, le ofrecí que se apoyara en mi brazo para que no tropezara por la vereda que nos conducía a la ciudad. Quedé muy sorprendido porque sin hacer ningún gesto se cogió de mi brazo y, de pronto, todo cambió. El camino, bordeado por yucas y con las luces de la ciudad al fondo, me pareció que estaba en otra dimensión, en otro lugar o, más bien, en una nube. Hablamos muy poco, solo algunos comentarios intranscendentes, pero la sensación que tenía era que habíamos caminado juntos toda la vida, cogidos uno del otro. Pareció detenerse el tiempo, aunque íbamos caminado, nunca llegábamos al final de la cuesta, incluso hoy día lo recuerdo como unos momentos eternos, fueron minutos, segundos, sin espacio de tiempo.

Al dejar el camino y pisar el asfalto seguíamos agarrados uno al otro, yo la apretaba con fuerza a mi codo y ella se aferraba fuertemente a mí. En ese momento comprendí que había otra vida, muy diferente a la mía que era más bien triste, aburrida, sin motivo para la esperanza. ¡Íbamos del brazo! Y era ella, esa niña que aglutinaba como un imán a todos mis amigos, fueran varones o mujeres ¿Cómo podría definirla? Era diferente, única, muy bella por dentro y más por fuera, su alegría era contagiosa, limpia, inocente, con una pizca de ingenio e ironía que nos sorprendía continuamente. Muy querida por sus amig@s, nunca le conocí ningún “enemig@”, simplemente porque jamás los tuvo.

Me sentía muy afortunado solo con estar a su lado. Cuando llegamos a su casa y nos despedimos, confiando en vernos al día siguiente, comprobé que en mi brazo y en mi mano había quedado impregnado su aroma, su olor, su presencia, este era el gran regalo que me había dejado en un día tan importante para mí. Comprobé que, en el camino de vuelta hacia mi casa, había desaparecido, como por arte de magia, la pesadumbre que siempre me acompañaba al volver a un hogar donde precisamente yo no era muy feliz.

Al día siguiente paseamos juntos y al otro y al otro también, hasta que entrecruzamos los dedos en la cuesta Escoriaza para “probar” una historia de amor. Cada día era diferente, un nuevo día, un amanecer distinto, una ilusión renovada día a día. Hubo palomas blancas que se perdieron por el rio, tardes de lágrimas y llanto, abrazados bajo la cruz de piedra en el Carmen de los Mártires y la pregunta, terrible pregunta, pero ¿Por qué lloras? ¿Has dejado de quererme? ¡No, no, es porque te quiero mucho! ¡Uf! No eran mariposas en el estómago, eran dragones de fuego que nos fundían como al plomo y nos calentaban con mucha fuerza.

Así pasaron los años, viviendo una “vida cotidiana” que, al parecer, no es tan cotidiana, pero que es la vida, nuestra vida. Su luz siempre me acompañó, una luz dorada y blanca que envuelve a todo aquel que se le acerca, tiene suficiente para calentar y abrigar a toda la humanidad. Una luz que nos salva de la mediocridad de tantas y tantas vidas necesitadas de la adulación, que no del respeto, de la indignidad, de la injusticia, de tantos y tantos seres humanos que están braceando día a día en el fango de la intolerancia y del desprecio.

Cuesta Escoriaza, Granada.

 Noviembre de 1967

 

sábado, 26 de octubre de 2013

EL MIEDO ES EL MENSAJE (II)


Estamos ante un nuevo orden mundial. Aparecen nuevos agentes, apóstoles de un  nuevo  “mercado” que nos evangelizarán en una nueva ideología. Cuando creíamos que el sistema estaba en una profunda crisis, renace como el ave fénix. Muchos pensamos, ingenuamente, que con la crisis del 2008 el modelo y el sistema economicista se tambaleaban. Teníamos ante nuestros ojos un cambio de era, de paradigma, y, en definitiva, la transición a una nueva era. Se podía vislumbrar un modelo más humano, que debido a sus excesos, incluso auto destructor se transformaba. Sin embargo, voilá, la “tecnocalipsis” sirvió para revitalizar el sistema y hacerlo aún, si cabe, más fuerte.

¿Quién hay detrás de este cambio? ¿Quién valora los límites? ¿Cuál es el papel del Estado? ¿Y de la Acción Social? ¿Por qué esta anestesia general y porqué la indefensión tan pronunciada? ¿Por qué lo económico ha llegado a ser determinante sobre lo político? ¿Qué papel tienen los políticos y quien les aconseja?

Es fácil de comprender que este  nuevo orden mundial quiera “ejecutar” al Estado de Bienestar; a que el debilitamiento de los Estados sea cada vez mayor; a que se pierda la soberanía de las Naciones para engrandecer el poder de los “mercados”; a que no haya políticas económicas y fiscales que entorpezcan el libre comercio de los mercados en el mundo; a que lo económico sea determinante sobre lo político y lo social; a que surjan nuevos Centros de actividad económica internacional, así como, corporaciones multinacionales como por ejemplo la OMC; a que haya una disminución de la “clase trabajadora” reivindicativa, así como, una desaparición de los sindicatos.

Este nuevo orden mundial es la nueva religión, la cultura del turbo consumo, la de la felicidad- exprés aunque esté herida de muerte, en definitiva, nuestra nueva ideología, donde el individualismo prevalece sobre la solidaridad. Para avanzar  en esta línea se impone un modelo único, monolítico de dominación cultural. Este modelo se define como avanzado, moderno, racional, desarrollado y civilizado, sus pilares son el individualismo, el consumo, la ley del más fuerte, la competitividad, la nueva cultura de masas y la eficiencia financiera. Para llevarlo a cabo es necesario homogeneizar la pluralidad y controlar las diferencias. Este es el nuevo orden. Está en grave peligro la biodiversidad cultural, no a la diferencia, no a los nacionalismos, la nueva cultura y la dominación ideológica, es evidente que las técnicas de comunicación y el poder mediático ayudan a que exista la rentable ficción de que uno es libre y pueda tomar sus propias decisiones (N. Elias).  Dejaremos de ser lo que somos y, además, nuestras señas de identidad serán transformadas en un modelo único, homogéneo, dominado por el imperialismo cultural que atravesará todas las fronteras y dará igual estar en Pekín, en  Bangkok o en Paris. En definitiva una cultura universal, única y hegemónica.

Son muchas la amenazas de la globalización, aunque también tiene efectos muy positivos, no solo perversos. Sin embargo, cuando hablamos de globalización nos referimos a la económica y no a la mundialización del desarrollo que, obviamente no está implantada socialmente. Estas amenazas generan una gran inseguridad, como por ejemplo: la económica, financiera, laboral, cultural, política, medio ambiental y de salud. Estas consecuencias no son solo producto de mi imaginación, sino de los informes de las Naciones Unidas. Sin embargo, estos aspectos no son objeto de la información plural e independiente, por lo que, estos cambios no se conocen suficientemente por la población. Son invisibles, probablemente porque no interesa. Es más atractivo pensar en una economía globalizada, cuyas oportunidades para hacer dinero son infinitas, especialmente cuando la libertad del capital es máxima, a pesar de todo, como la destrucción del medio ambiente, la inseguridad política o cultural, como es el riesgo de la extinción de otras culturas.

Un aspecto, para mí, muy importante, es la inseguridad de la política, de la “POLÍTICA” a lo grande, la de la actuación y defensa de los intereses generales y no la micro política, aquella que pretende desacreditar a las políticas y a los políticos. Es cierto que estamos ante una crisis de lo político. La gran cuestión es saber ¿Por qué se produce esta crisis? ¿Se trata de una crisis espontánea o controlada? ¿A quién le conviene el desprestigio de la política y de los políticos? En la era de la información, el poder mediático es enorme, su influencia sobre la población está garantizada, sus técnicas para modificar la cognición social está demostrada y, por este motivo, han surgido tantos canales de TV como hongos tras de la lluvia. Los intereses de cada medio son muy claros, tienen un trasfondo manifiestamente económico y en segundo lugar político. Las tertulias están a la orden del día donde la simplificación del leguaje, los escándalos de corrupción, llegando a identificar lo político con lo corrupto, el sensacionalismo, los políticos banales, serviles y mentirosos. Con todos estos ingredientes, los nuevos “evangelizadores”, ocupan el espacio y el medio de comunicación para sustituir al político y a las políticas.  Estas tribunas son privilegiadas, como por ejemplo, la radio o la TV.

El efecto de estos programas, planificados con anterioridad, es favorecer la desafección del ciudadano con el político. Se desacredita, a veces con razón, pero muchas no y, después, se pretende ocupar su espacio, democráticamente elegido por los ciudadanos, no me digan que esto no es un “golpe de estado” en toda regla. El siguiente paso, tras la desafección social de la política es hacerla desaparecer e instaurar una dictadura económica.

Hay que defender vivamente a la política, también a los políticos, aunque periódicamente halla que sanear la era. Sin embargo, hay que hacer más, ya que es nuestra seña de identidad es avanzar en la democracia participativa y real, no a la virtual donde no existe la acción social.

Pero ante las embestidas e impulsos de los medios audios visuales, el problema es que nos cogen siempre dormidos y como estamos tan ocupados en sacar la cabeza del fango no tenemos tiempo para pensar, para reflexionar, para disentir, para protestar, para contar como ciudadanos y no solo ser contados. Cada vez somos más receptores pasivos, menos protagonistas activos. Esta es la  nueva esclavitud (M. Zaragoza). Nos dejamos fácilmente dirigir, parece que estamos extraviados en este laberinto y necesitamos un guía. ¡Bingo! Esto es la cuadratura del círculo.

Estamos en el ojo del huracán, vivimos “el apocalipsis de la crisis”.

Sin embargo, y después de mucho meditar he llegado a la conclusión de que “la crisis era necesaria”. Es cierto que tiene efectos muy perversos y colaterales, sin embargo, por qué no podríamos aprovechar su impulso y su fuerza para cambiar la dirección de la nave.

Sabemos que la crisis es necesaria para instaurar unnuevo orden social”, orden que requiere un férreo control, por lo tanto, no se puede dejar nada al azar, todo debe estar bien planificado y ejecutado. Nada debería distraer su atención, hay que alcanzar el objetivo, aunque sea necesaria dar una vuelta de tuerca, o dos, o, incluso, más, ¡Eureka!  ¡Viva el efecto boomerang y la acción social! ¡A por la nueva estrategia!

Hay que tener en cuenta que mi visión sobre la realidad social es muy compleja, aunque soy un optimista, melancólico, pero al fin y al cabo, optimista. Sirvan algunos ejemplos para comprender que hay otros más optimistas que yo. Para N. Lhumann los sistemas sociales se auto regulan solos, así por ejemplo, la crisis de las vacas locas se hubiera resuelto espontáneamente al comprobar los efectos negativos de ese cambio, para volver al estado natural de las cosas. E. Morin, apuntaba que el exceso del desarrollo de las corrientes negativas podría transformar la realidad. La búsqueda de lo máximo y de la ganancia económica productivista daría lugar a la búsqueda de lo mejor y no el máximo beneficio. La globalización económica que, está degradando la biosfera, la extinción de la diversidad  biológica y cultural, la degradación de la calidad de vida, una economía depredadora con una disminución de las garantías sociales y consecuencias muy negativas sobre el empleo, junto a una falta de visión global de los problemas, ocasionaría un exceso de corrientes negativas, por lo que, con el tiempo, daría lugar a otras más positivas, como por ejemplo: civilizar a los ciudadanos y a las ciudades, salvaguardar la diversidad biológica y cultural, predominio del ser sobre el tener, una mayor conciencia global, solidaridad y una política de civilización.

El problema es que no sabemos, de producirse esta realidad, ni cuándo ni cómo será, pero lo que nadie me puede negar es que esto no sea un final feliz, como en los cuentos. Así que, si a nosotros nos están contando cuentos desde que nacemos ¿Por qué no contarlos ahora nosotros?

Érase una vez…. La globalización aumenta la competencia y lucha contra los oligopolios; el capital fluirá generosamente hacia los países pobres; bajaran los precios; habrá menos paro; evita la emigración forzosa; todos seremos ricos. Este es el cuento de las mentiras, pero ¿Cuál es la verdad? la globalización favorece el capital en prejuicio del trabajo; el impacto medio ambiental es mayor; hay más incertidumbre económica; la regulación y la corrección de las desigualdades es menor; La marginación aumenta y las desigualdades son escandalosas.

Así qué, ¿Nos conformamos con el palo y la zanahoria, o no?

Bien, después de este viaje astral ¿Volvemos a las trincheras? o ¿A campo abierto y a pecho descubierto? La globalización -económica- ha sometido a toda la sociedad mundial bajo su nuevo orden, con un mayor control de nuestras vidas y, también, de las fronteras. A este sistema el Estado le sobra, no necesita elaborar políticas, salvo su propia auto disolución, las relaciones de mercado y el anarquismo mercantil deben estar reguladas por ellos mismos. Estamos llegando a la meta, aunque los otros, los invisibles, los parias, seguimos en la salida y, casi sin darnos cuenta, ellos atraviesan la pancarta de la llegada con su premio en el slogan “capitalismo sin trabajo; más capitalismo sin impuestos” (U. Beck).

Y qué decir del trabajo, ¿Qué ha pasado con el pleno empleo? Y, las pensiones ¿Están aseguradas? ¿Los ingresos fiscales, están asegurados? ¿Quién podrá asegurar las políticas públicas, sanidad, educación, protección del medio ambiente, etc.? Parece que todo se desliza por una pendiente oscura o gris, como nuestro futuro. El trabajo es cada vez más informal, desmembrado, precario, parcial y, cómo no, flexible, podríamos fabricar hombres de goma con células madre para poder estirarlos hasta el infinito.

Este no es nuestro futuro ¡Es nuestro presente! Propongo una ¡Insumisión social! ¡No al miedo! No vamos a participar en este disparate. Este viaje lo hacemos todos juntos o de aquí no se mueve nadie. Necesitamos soluciones urgentemente.

domingo, 20 de octubre de 2013

EL MIEDO ES EL MENSAJE (I)


Vivimos una crisis “económica” que no tiene precedentes en la historia reciente de la humanidad; habría que remontarse a principios del siglo XX para comprender la dimensión del problema. Sin embargo, en el momento actual, en el segundo y tercer lustro del siglo XXI, los problemas, son mucho más profundos que la recesión económica. Estamos viviendo el fin de una era, de una cultura, que conlleva, al parecer, un cambio en los valores sociales con una depleción de principios éticos que nos han servido hasta ahora como guía para alcanzar una sociedad más justa e igualitaria. Hoy día, se trata de conceptos trasnochados y anticuados.

La cultura del “capital” ha sustituido a lo “inmaterial”, este es un concepto intangible, no se puede medir y no tiene ningún valor económico. Sin embargo, en la sociedad postmoderna la valoración del conocimiento y del saber se está asociando a una “cuenta de resultados”.  Todo debe ser objeto de mercancía, se le da un valor económico a la enfermedad, a la muerte, a la pobreza y, como no, a la propia vida. Desde el momento de nacer se nos tasa como un producto económico y dependerá del lugar de nacimiento, de las condiciones sociales, de la riqueza material del entorno, etcétera.

Con el paso de los años se ha ido devaluando la vida humana, como sucede con los enfermos, utilizando palabras muy significativas de desprecio a un “producto” que ha dejado su valor lucrativo, como por ejemplo: Este es un enfermo “desahuciado” o un enfermo “terminal”. O bien, el caso desgraciado de los ancianos/as que al dejar de ser objeto de consumo, desaparecen socialmente produciéndose la muerte social antes que la biológica.

La enfermedad, la muerte e, incluso, la pobreza nos interesan desde la perspectiva del producto, este ha de ser rentable. “La salud no tiene precio”, pero la enfermedad sí que lo tiene y a un precio muy alto. La muerte, es también una industria muy rentable y con una proyección en el tiempo prácticamente indefinida, hasta, probablemente, el fin de los días y si alguien no me cree que consulte los beneficios de Funermostra, una muestra comercial que se celebra todos los años alrededor de la muerte.

Es cierto que la economía ha sido y sigue siendo el motor de la vida política. Desde tiempos muy remotos el poder ha estado siempre concentrado en las mismas manos, sin embargo, han existido ciertos espacios libres de la transacción comercial. La realidad de lo material ha estado por encima de lo espiritual, incluso en una congregación religiosa, fuera del signo que fuera.

Con el paso del tiempo y tras largas y duras experiencias del ser humano durante el siglo XX parecía que había un cambio de tendencia. Paradójicamente el hombre se humanizaba y a mediados de siglo aparece la declaración universal de los derechos humanos, todo indicaba que, tras largas penurias, renacía la humanización y los valores que eran realmente importantes para nuestra vida. Pero otra realidad ha ido imponiéndose dramáticamente y se olvidaron las decenas de millones de muertes producidas en las dos guerras mundiales y en la multitud de conflictos bélicos locales, especialmente en el continente más pobre del mundo, el africano, así como los innumerables sufrimientos padecidos.

La solidaridad con nuestro vecino se disuelve como una gota de agua en el mar y, de nuevo, renacen las competencias y la indolencia hacia el más débil que, según la mayoría social, no hace más que recoger lo que se “merecen” por su insolvencia.

La distribución de la justicia ha sido muy caprichosa, siempre se dejaba caer hacia el mismo lado, era algo natural, divino y para ello nos ayudaban los gendarmes de la virtud que, a través de las creencias religiosas, nos situaban, como corderos abnegados, en la senda correcta. Dios nos lo premiaría, nos acogería en su seno y toda una serie de maravillosas promesas para “el más allá”. Pero, no caíamos en la cuenta del “más acá” y, cuando dejamos de ser niños comprendimos la verdadera intención del cuento. Nos hicimos adultos y pecadores, todo cambió y fuimos responsables de nuestra propia culpa, culpa que aún nos sigue atormentando, ¡Objetivo alcanzado!

Las grandes revoluciones, a través de la historia, han sido muy dramáticas y muy sangrientas, todos las temían, era un freno para toda la población, pero cuando desaparece el miedo se despierta el rencor, el odio y el desprecio.

El “castigo divino” se cierne sobre las cabezas de los incautos, que a la postre se expande como una epidemia.

¿Cuántas crisis y conflictos han sido inducidos y provocados a lo largo del tiempo? ¿Quién tiene la capacidad de control? ¿Qué oscuras intenciones están detrás? Y de todas ellas ¿Cuántas han sido descubiertas y yuguladas? Preguntas con difícil respuesta.

¿Y qué sucede cuando no percibimos el conflicto y la crisis?, en este caso no tendríamos que hacer, ni siquiera, el esfuerzo para negarlo, simplemente ¡no existe! Aunque estemos dentro del huracán no sentiremos ni padeceremos los efectos, pensaríamos que son unas turbulencias del mal tiempo, ya que sencillamente estamos ausentes. Esta epidemia silente cubre el objetivo, pero cuando nos demos cuenta será demasiado tarde.

¿Quién organiza y planifica el futuro? ¿Quién controla? ¿Qué tipo de anestésico utiliza? Debe de ser muy potente ya que afecta a, prácticamente, toda la población y, además, no sabe de ideologías, ya que para el “gran hacedor” todas ellas están obsoletas, simplemente anticuadas y enclavadas en una época que no se corresponde con la “postmodernidad”. Es cierto, van de postmodernos, envainados en la casulla del conocimiento del bien y del mal, instalados en un futuro que aún no existe, solo unos pocos privilegiados lo conocen, los demás debemos estar contentos, “jodidos” pero gozosos de no estar más agobiados aún. La felicidad se vende muy cara y solo se nos permite “observarla” en una urna de cristal.

¡Podríamos estar peor! Así que, ¡No se quejen!

Cuando nos convencen de que ellos tienen la llave para cerrar o abrir el grifo, acojonan. Aún no estamos en recesión, pero ¡ojo! por poco tiempo. ¡Hoy no! Pero ¿Y mañana? Un mañana que pueden dilatarlo todo lo que quieran, el futuro no es nuestro, pero sí de ellos.

Y usted ¿Qué quiere? ¿Viene a negociar? ¿Sobre qué? ¡No olvide que es un alquilado! Y si ellos quieren lo pueden echar de su casa. Por tanto, siga disfrutando de su cómodo sillón de escay, de su TV de plasma, su futbol y de su cerveza. No olvide que todo lo que tiene no es suyo y que gracias a ellos disfruta de su felicidad, pero, ¡Nunca olvide! la tienen en usufructo. 

Volvamos a la realidad “real”, vivimos en un reino de sombras, nuestros dioses y demonios están ocultos tras el mundo de lo visible. Aunque las amenazas están fuera, también las tenemos dentro de nosotros mismos. Estos miedos junto a los peligros nos acompañan desde el origen del hombre, son inmanentes a la vida humana y el miedo se transforma en un sistema de control social y, en definitiva, del orden social.

Desde la edad media, todo lo que era desconocido infundía un “sagrado” temor a Dios. Cuanto más oculto, secreto e invisible, el miedo aumentaba y permanecía en el tiempo. Hoy día, tenemos otros dioses que están tan ocultos como los primeros y creemos que la realidad está bajo nuestro control, pero sin embargo, somos nosotros quienes estamos en su poder. Decía Norbert Elias que existía la rentable ficción de que somos dueños y libres de nosotros mismos, creencia muy aprovechable puesto que nos tranquiliza y relaja, así nos pueden coger distraídos en cualquier momento. La consecuencia de esa invisibilidad junto a una percepción controlada, genera una pérdida de “pensamiento social” ¡Objetivo conseguido!

Por tanto, el “miedo es el mensaje”. El miedo y su control son un concepto cultural y político, objetivo central de nuestra cultura postmoderna, a través de él, del miedo, consciente o no, se establece un sistema silente para organizar, controlar y regular a los individuos, grupos e instituciones. Para Pierre Bourdieu todos los mensajes que nos llegan a través de los medios audio visuales, no son inofensivos, todo lo contrario, ejercen una violencia simbólica con un grado de perversidad muy elevado, especialmente porque no son percibidos como tales. Además, resalta que el control social es persuasivo, canalizado a través de los medios de comunicación, confundiendo ficción con realidad. Este poder hipnótico, tiene la capacidad social de producir una anestesia, muy rentable para ciertos sectores.

En la era de la globalización, cualquier amenaza local afecta a toda la sociedad, U. Beck la define como la “sociedad de riesgo global”, por lo que cada vez existen más factores que la adulteran, sirva de ejemplo la crisis económico financiera que vivimos desde finales de 2008  y que tiene unas consecuencias globales que escapan a nuestra percepción. Esta economía global y única funciona al socaire del poder económico, cuyas reformas neoliberales afectan a todo el mundo. La adaptación de los “mercados” financieros a la globalización han producido, como si fuera por generación espontánea, la creación de nuevos consorcios que, sin legitimidad democrática alguna, están tomando medidas que deberían corresponder a la “política” y no a los “mercados”. Este poder, apoyado por las nuevas tecnologías de la información, está invirtiendo los ámbitos de la autoridad que emana del pueblo. El enorme avance y desarrollo de las redes de información están sirviendo, paradójicamente, y provocando un enorme retroceso en la sociedad democrática. Los poderes acumulados por el capital son desmedidos y de seguir así, pronto estaremos viviendo en una “nueva esclavitud”, tal y como la define Mayor Zaragoza, ocasionada por una expropiación y abdicación de la soberanía personal.

martes, 15 de octubre de 2013

“NO TENGO NADA QUE DECIR”


¿Cuánto tiempo hace que no nos vemos? Pues, básicamente no lo sé porque no le conozco. ¿Cómo, que no te acuerdas de mí? soy yo. Sí, sí, yo también soy yo y con eso ¿qué me quiere decir? Pues que la última vez que nos vimos, aunque no lo recuerdo muy bien, creo que habrán pasado  unos ocho años, ¿No es así? Le repito que no tengo nada que decir. Bien, déjate de bromas ¿Que has hecho durante todo este tiempo? ¡Nada!. Bueno, bueno, no me lo creo, te habrás casado, tendrás algún hijo. Pues no. Pero ¿Y tu trabajo? No he trabajado nunca. Y, ¿Cómo has vivido? ¿Te has alimentado del aire? No, tampoco. Venga, venga, si no me quieres hablar dímelo, que no te molestaré más. No se trata de eso, no tengo nada que contarle. Pero, ¿Por qué me hablas así? ¿Por qué no me tuteas? somos amigos, ah! ya sé lo que te pasa, me quieres decir que no te acuerdas de nada, que todos estos años que han  pasado tú no los recuerdas, que estás sumergido en el olvido, ¿Puede ser un principio de Alzheimer? Le repito que mi vida no ha tenido el más mínimo interés. Bueno, entonces interpreto que todos estos años has estado encerrado en la cárcel. ¿Por qué dice eso? ¿Acaso tengo cara de delincuente o de criminal? No, pero es muy extraño que no recuerdes nada, te habrá pasado alguna cosa, buena o mala. Tampoco. ¡Joder! No lo entiendo, quieres desorientarme, ninguna persona deja pasar casi dos lustros de su vida sin saber y sin hacer nada. Pues, sí, así ha sido, le repito que no tengo nada que decir.

Estábamos de pie, uno frente al otro y con un frío gélido que se calaba en los huesos. En ese momento empezaron a encenderse las luminarias del parque, la noche iba apoderándose de la poca luz que se traslucía a través de las ramas de los árboles. Aunque la visión no era muy clara si pude observar que mi amigo había cambiado mucho, los surcos de la cara eran más pronunciados y le daban un aspecto muy envejecido, tenía una expresión extraña, no hacía ningún gesto y su cuerpo estaba inmóvil. Tenía un abrigo oscuro muy largo, el cuello levantado hasta tapar sus enormes orejas y se apoyaba en un bastón, o ¿era un paraguas?

Me estaba inquietando tanto que, ahora era yo, el que  no sabía que decir. La primera alegría al verlo se transformó en una gran desorientación y pasé de sentir cierta pena a desasosiego y temor. ¿Por qué se comportará de esta manera tan extraña? ¿Qué secretos esconderá? ¿Habrá tenido un pasado tan diabólico que lo ha olvidado todo por completo? O, quizás simplemente no tenga ganas de hablar ¿Quién sabe?  

Bueno, ¿Qué te parece si nos tomamos una copa para entrar en calor? ¿Si me invita? Caminamos lentamente sin cruzarnos una sola palabra hasta que llegamos a la taberna. Todo estaba a oscuras salvo unas velas encendidas sobre el mostrador. ¡Vaya!, otra vez a saltado el transformador, en esta zona esto es habitual. ¡Bien, pero para beber y morir no hace falta la luz! ¿No cree Vd.? Con cierto nerviosismo respondí ¡Sí, sí, llevas razón! Con mi mano temblorosa levanté la copa y le ofrecí un brindis por el reencuentro.

Antes de brindar quiero que sepa que ha sido Vd. el que me ha traído a este antro, no he venido con gusto y, además, para beber no necesito ningún compañero, estoy mejor solo. Uf! como te ha cambiado el carácter, antes eras una persona alegre y muy dicharachera. Sí, Vd. lo ha dicho, antes. Pero, es que no recuerdas cuando íbamos de juerga, aquellos burdeles que estaban en el otro lado del río con aquellas mujeres apasionadas. ¿No te acuerdas? Siempre se nos hacía de día y teníamos que volver apoyado uno en el otro por las cogorzas que pillábamos. Pues no, no me acuerdo, reconozco que en alguna ocasión he bebido, pero solo vino y nada más que una copa.

Imagino que habrás olvidado aquellas partidas de póker, en alguna ocasión podían durar hasta tres días. No teníamos tiempo ni para comer, solamente nos alimentábamos de Whisky, me acuerdo de las resacas  monumentales que teníamos, de verdad ¿No recuerdas nada? Pues, no, se lo repito otra vez, no.

Vale, vale, tu cerebro está paralizado, creo que tienes un problema con la proteína RbAp48, tu hipocampo, que no sé si sabes es una región del cerebro donde se forman los recuerdos,  está vacío. Sí, lleva razón, no recuerdo nada, especialmente en lo que suceda esta noche, así recordaremos viejos tiempos ¿Por qué no viene a mi casa y allí seguimos la fiesta? Estupendo, ahora sí te reconozco, ¡Este si es  mi amigo!

Caminamos por la cuesta del cementerio y de nuevo me recorrió una especie de calambre nervioso por todo el cuerpo. Pero, ¿Tú no vivías por el molino, cerca de la casa de la Paca? ¿Ya me entiendes, la primera casa de las hijas de la generosidad? Sí, sí, menudas hijas de la filantropía, como follaban eh! Sí, eran muy devotas de su profesión. Pues me mudé hace ya más de quince años. ¿Cómo? Si no hace tanto tiempo que no nos vemos… Por fin, llegaron a un edificio amplio, con un gran portalón de madera y clavos y una cúpula que sostenía una enorme cruz de bronce. Abrió la puerta y entramos en el interior. Pero, ¿Dónde estamos? ¡Esto es una iglesia! Pues sí, has acertado. Quiero que sepas que me confundes con mi hermano, quince años menor que yo y que después de llevárselo a tus juergas y sacarle todo el dinero que tenía, acabasteis en esta parroquia de San Josemaría Escrivá de Balaguer, donde hoy yo soy el párroco o ¡Es que no te has dado cuenta que voy con sotana! 

¿Recuerdas? Tuviste una discusión con mi hermano porque tú querías robar el cepillo y otros abalorios de la iglesia y él intentó impedirlo, entonces lo agarraste de la cabeza y la estrellaste contra la pila bautismal, el pobre sigue en coma, como un vegetal, en una casa de reposo. Pero tu audacia llegó más lejos, vaciaste varias botellas  de Wiski en el agua bendita para beber en ella. Aunque no lo creas te he seguido la pista esperando una oportunidad como esta. En mi parroquia, en la parroquia de Josemaría Escrivá ¡Qué vergüenza!

En un rápido movimiento de Kung-Fu lo agarró de la solapa y le estrelló la cabeza en la pila, con tan mala fortuna que le rompió la base del cráneo. Quedó inmóvil con los ojos abiertos y con un caño de sangre que le salía por las orejas. ¡Hala! Que Dios se apiade de tu alma. Por un momento se quedó mirando fijamente la estatua del santo y le dijo ¡Lo siento Josemaría! “Este era un pollo, no un águila”

 A la mañana siguiente se descubrió el cadáver y la policía interrogó al párroco, este le respondió “No tengo nada que decir”, habrá venido a robar y se ha resbalado con mala fortuna. Dios y mi santo son justos.