De
forma muy precipitada noté un fuerte impulso que me elevó casi por los aires y
caí despeñado, a unos dos metros, hacia una gran plaza. La luz me cegó durante
unos segundos y al abrir de nuevo los ojos comprobé que en ese lugar había un
gran mercado, era una lonja con las características de otra época. Para mi
sorpresa, las personas que estaban en él vestían con túnicas y mantos, ¡eran
chilabas!, los hombres tenían turbantes y las mujeres el Hiyab. Era media tarde
y la gente se iba retirando de la plaza para dirigirse a sus casas. De forma
automática comencé a andar y pude sentir la túnica que me cubría el cuerpo,
tenía en los pies unas sandalias de cuero marrón y pude comprobar que mi paso
era firme. Caminé por una plaza rodeada de edificios muy grandes de diferentes
colores: añil, verde esmeralda y blanco. Al llegar a la esquina de una calle se
levantaba un edificio de tres plantas, majestuoso. Las balconadas con celosías
de madera contrastaban con el blanco de la fachada. Cuando llegué a la puerta
pude comprobar que el lujo que desprendía la casa no me era extraño ¡Era mi
casa!, entré lentamente y comencé a subir unas escaleras blancas de mármol,
noté una presencia y alcé mi vista, pude comprobar que había una mujer, las
luces que entraban por los orificios de las celosías, los rayos de sol,
iluminaban su rostro que estaba cubierto con un velo de color violeta claro con
ribetes dorados. Solo destacaban sus ojos, grandes, de un color muy especial y
con una mirada llena de ternura. Solo mirarla
me llenaba de seguridad, de paz y de mucho amor, era la mejor madre del
mundo, siempre me escuchaba con mucha atención y encontraba la palabra adecuada
que me daba mucho consuelo. No podía imaginar una vida sin ella, lo envolvía
todo, siempre estaba alegre cuando estaba conmigo, aunque conocía que su vida
era muy triste con mi padre. Por este motivo, tenía grandes trifulcas con él.
Yo no soportaba que depreciara a mi madre, tu trato hacia ella era muy
vejatorio. Aunque mi padre era muy robusto y grande y yo un adolescente, mi
cuerpo había crecido lo suficiente como para plantarle cara, a pesar de su mal
carácter.
De
pronto, una voz muy suave me llamó y me dijo:
- “Amîr”
- ¿Qué quieres madre?
- Vamos, ven, que ya es tarde y tu padre
nos espera para comer
Me
acerqué a ella y me abrazó con delicadeza. Desprendía un olor muy especial,
entre azahar y almizcle. Su cara, aunque estaba cubierta con el velo, le
resaltaba aún más el color topacio de sus ojos. Sin duda era la mujer más bella
de Ilbira. Mi amor por ella sobrepasaba cualquier otro sentimiento y mi temor a
perderla me sobresaltaba cada día. De pronto, observé con pavor como mi padre
se abalanzaba hacía nosotros con una daga monstruosa en la mano derecha. Lanzaba
improperios e insultos de todo tipo contra mi madre, le reprochaba haber salido
de casa, incluso le acusaba de estar con otro hombre. Estaba desquiciado,
enloquecido, con la cara enrojecida y marcada con las venas ingurgitadas,
parecía que iba a reventar en cualquier momento En menos de un segundo vi correr la sangre de
mi madre, brotaba con fuerza y pulsada mente en su cuello. Sentí un dolor
inmenso y comencé a gritar acusándolo de
asesino. El cuerpo de mi madre cayó desplomado sobre el suelo ¡Estaba muerta!
¡La había matado! Me abalancé hacia él, estaba sorprendido después de haberla degollado,
miraba el cuerpo inerte de mi madre y forcejeé hasta quitarle la daga, se la
clavé con violencia en su pecho. Me miró con cara de sorpresa y en pocos
segundos murió.
Una
mujer anciana que estaba mirando la horrible escena, me llamó con una voz desesperada
y me instó a que huyera de la casa. Dominado por el terror, salí corriendo,
como un loco, sin una dirección concreta. Mi angustia y mi llanto aumentaban
conforme me alejaba de la casa, en ese momento grité con fuerza:
- Por favor, ¡Sácame de aquí! ¡Sácame de
aquí! ¡Por favor!
- ¡Tranquilo, tranquilo, relájate! Que
pronto estarás en casa
A
los pocos minutos y después de una respiración muy agitada, recuperé la
normalidad. Respiré tranquilo al comprobar que todo fue un sueño, aunque fue un
sueño en vigilia ya que viví esta historia con plena consciencia y realidad de
todo lo acontecido. Lo llaman experiencia hipnótica o “regresión”, es decir, un
viaje al pasado, a otras vidas. Es evidente que la regresión hipnótica no tiene
ninguna evidencia con base científica, se recuerdan otras vidas a través de la
hipnosis. Sin embargo, la relajación profunda que provoca puede conectar la
información almacenada en el subconsciente con el exterior, ¿Cómo y porqué se
produce este fenómeno? No lo sé, pero tampoco me importa ¡Da igual! Hay casos
de regresiones que pueden resolver conflictos emocionales, ansiedad, estrés,
duelos, etc. y, en otras ocasiones, como puede ser mi caso, fue una experiencia
única. Las regresiones a otras vidas pasadas pueden enriquecer una vida
aburrida y, además, puede ser una reproducción “fiel” de unos hechos pasados
que no se recuerdan, bien por el paso del tiempo o por una amnesia transitoria.
De todas formas nadie me puede negar que sean una experiencia excepcional.
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MEDINA ELVIRA |
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