viernes, 19 de julio de 2013

NO ESPERES A CUMPLIR LOS 80 AÑOS


El neurólogo inglés Oliver Sacks, autor de varios libros sobre sus pacientes y que algunos de ellos fueron pasados a la gran pantalla como despertares o a primera vista, describe toda una serie de trastornos con un sentido tan peculiar que ha revolucionado la tradicional medicina occidental.

Celebrando su aniversario, el pasado 13 de julio, ha publicado un artículo en el PAÍS titulado “al cumplir los 80”, donde reivindica la vejez como una época de ocio y libertad, rechazando el “viejo” estereotipo de que es una etapa de la vida cada vez más penosa.

Sacks, tiene una forma original de interpretar la realidad. Resalta que las marcas de la decadencia, debido a la edad, son más aparentes; que las reacciones se vuelven más lentas; que se olvidan o se “escapan” muchos nombres; que hay que administrar mejor la falta de energía o el miedo a la demencia y al infarto. Sin embargo, señala que durante este periodo de la vida uno es más consciente de que todo es pasajero en este mundo y, también afirma que, se es más consciente de la belleza y que la mirada es mucho más amplia.

Pero, a pesar de los 80 años de edad, Oliver como Freud, dice que la libertad de amar y de trabajar es una ampliación de la vida que aumenta la perspectiva mental. No hay edad para completar la vida. Siempre hay razones para alegrarse de que uno está vivo. Además resalta que una de las ventajas de haber vivido muchos años es que da tiempo a ver muchos triunfos y tragedias; ascensos y declives; revoluciones y guerras; grandes logros y profundas ambigüedades; el surgir grandes teorías y verlas como se derriban. Por todas estas razones, uno queda liberado de las urgencias que son artificiosas de los días pasados y surge la libertad. Libertad para explorar lo que deseamos y para unir los pensamientos y las emociones de toda la vida.

Una de las influencias más significativas de Sacks, fue la de su padre que vivió 94 años y en alguna ocasión, le dijo que sus 80 años habían sido una de las décadas en las que más había disfrutado en su vida, cuenta además que le dio una gran experiencia vital. Empezaba a sentir la vida no como un “encogimiento” sino una ampliación de miras que antes no había sentido. Decía que es importante, cuando se tiene una vida plena, ya que se está más preparado para hacer el último viaje.

Sin embargo, también se puede aprender de experiencias no ajenas y contrarias, como por ejemplo en mi caso, mi padre también murió a los 94 años, pero cuando se jubiló a los 65, se sentó en un sillón y sentenció: “Ahora solo queda esperar a morirse” y ¡Así fue! Con esta filosofía de la vida y su actitud peculiar nos hizo sufrir a más de uno, pero el problema es que desperdició casi la tercera parte de su vida. Espero que a mí no me ocurra nunca.

Como no conocemos el tiempo que vamos a estar en este mundo, véase el caso de mi desdichado progenitor que vivió 94 años y se enterró en vida, sin ninguna razón aparente, a los 65, lo cual no es un buen ejemplo, ni una buena opción. Seguro que este caso, tan “extraño”, sería fuente de inspiración para que el famoso neurólogo Oliver Sacks lo estudiara e, incluso, lo publicara en un libro.

Por este motivo, es muy importante tener pocas ideas pero muy claras, sabemos lo que es la “impermanencia” de las cosas. En este mundo todo es “pasajero”, lo cual hay que tener presente en cada instante de nuestra vida, sea más o menos larga. Hay vidas muy cortas pero intensas y otras muy largas que se pueden transformar en un calvario. Existe la percepción de que nada es eterno, aunque cuando uno es joven si lo parezca.

Ser “consciente” es una garantía de que nuestra vida será más gozosa y placentera. Sin embargo, no hay que esperar hasta los 80 años para pensar que la vida es una etapa de ocio y libertad, esta creencia hay que ejercerla desde el minuto uno del partido. Es cierto que, con la edad, uno es más consciente de la belleza que le rodea, pero si nos ejercitamos desde jóvenes en ser más reflexivos y, por qué no, más críticos, disfrutaremos mucho más y antes con toda nuestra realidad. Además, tendremos toda la vida disponible para comprender y entender, si podemos, este mundo, así alcanzaremos una mirada más amplia y reposada sobre lo que realmente es importante o no. Podremos saborear mejor los éxitos y los fracasos, pero ambas cosas también, sin darle un sentido trágico a la vida. Todo es aprovechable, hay que reciclar hasta las basuras.

En mi opinión, no hay que cumplir 80 años para alegrarse de que uno sigue vivo, estoy seguro que a mi pobre padre le sobraron, al menos, tres décadas y es inútil quejarse a la vejez viruelas de que se ha perdido mucho tiempo, ¡Aprovéchalo! Y piensa que para morirse siempre hay tiempo. Anticipémonos al futuro, hay que colonizarlo, ya que nadie nos garantiza la supervivencia, solo nosotros mismos.

Lo más importante es ser “consciente” de cada instante, de cada segundo, centrarnos y disfrutar con “las pequeñas cosas” de nuestra vida cotidiana. La vida es incompatible con estar adormecido o anestesiado. No debemos, ni podemos ser indolentes con la propia existencia, ya habrá tiempo después de que alguien nos apague la luz.

En definitiva, está en nuestras manos, hay que cambiar la tendencia de que cuando se aprenden “algunas” cosas de esta vida, ya es demasiado tarde porque hay que irse. Cuanto antes despertemos mejor para nosotros. ¡Qué pereza! No vamos a esperar a los 80 años.

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