- ¡Mama tengo hambre!
dame un cacho de pan.
- ¡Ya sabes lo que ha
dicho el médico! debes de comer poco porque has tenido unas fiebres muy malas.
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Robinia Pseudoacacia L. |
Nunca
entendí porque un médico me recetaba comer poco, porque no es que comiera poco
es que casi no comía. Pero gracias a los “conejicos”, una pequeña flor muy
dulce que nace en un árbol (Robinia Pseudoacacia L.) –el árbol de los tres
amigos- y que al ser muy elevado nos obligaba a
los niños a tirarle piedras para recoger el fruto, aunque casi siempre estas caían
sobre nuestras cabezas. Después de este refectorio acudíamos, casi a diario, a
la casa de socorro donde ya nos conocían y nos ponían unas grapas en el cuero
cabelludo para cerrar las heridas. Sin embargo, aunque parecía que volvíamos de
la guerra y la sangre resbalaba abundantemente por nuestra cara, estábamos
contentos cuando habíamos llenado el estómago con estas pequeñas flores.
Si
el día no había sido muy provechoso y volvía a mi casa con hambre siempre tenía
otro recurso, en el cuarto de baño mi padre guardaba unos pequeños tubos de
pasta de dientes que eran de propaganda y con un sabor a menta penetrante que me
completaba el almuerzo. Después de exprimir completamente el tubo en mi boca, recuerdo
que en más de una ocasión me tenía que ocultar en WC para vomitar ¡Qué asco!
Otras veces nos surtía de pescado el pobre Rafael que iba con su carro
anunciando y vendiéndolo por el barrio. Siempre aprovechábamos un descuido para
coger prestado algunos boquerones, almejas y todo lo que se terciara. Creo que
mi afición al pescado crudo viene de esa época.
Fueron
unos años felices y muy complicados. Estaba lleno de sabañones: en las orejas, en
los dedos y además tenía una herida vertical en el centro del labio inferior
que siempre estaba sangrando y que, hoy día, me ha dejado como recuerdo una
cicatriz muy pronunciada. Cuando alguien me preguntaba por ella, yo siempre le
decía que era una herida de guerra producida por una espada puntiaguda de
madera, cuando la verdad era consecuencia del frío y la desnutrición.
Salvo
mi amigo Paco el “Sansón” que tenía más músculos que un boxeador, los demás: el
Jesús, el Jorge, el Arrebola y yo mismo estábamos escuálidos como un gato con
tiña. La delgadez se notaba con el frío, los días de navidad eran espantosos, las
canales estaban adornadas por unos chupones de hielo que aprovechábamos para
lanzarles algunos proyectiles de madera y poder chuparlos con cierta desesperación
como si fueran polos de vainilla.
No
sé si era hambre o necesidad pero llegábamos a beber agua de los cauchiles, un
agua que a veces estaba limpia y otras un poco oscura como la pez, así cogimos
la fiebre tifoidea que a la postre me iba a dejar con más hambre de la que
tenía. Sin embargo, no estaba bien visto decir que sentíamos un vacío en el estómago
porque eso era una deshonra para la familia. Pero cuando iba a Sierra Elvira
¡Que rico estaba el tocino con pan que me daba mi tía Carmela! Allí me repuse y
aunque eran más pobres que en mi casa, nunca faltaba un trozo de marrano que
echarte a la boca.
Cuantos
recuerdos me vienen a la memoria, especialmente en este último año donde
investigaciones de Cáritas y de Save the Children vienen estudiando la
situación de la pobreza en los niños. Todos los niños y niñas merecen ver cumplidos
sus derechos: crecer sanos, tener la oportunidad de aprender, y estar
protegidos de la violencia. En situaciones de emergencia son los más
vulnerables, por eso son nuestra prioridad. Trabajamos para que sus necesidades
sean escuchadas y atendidas en las políticas públicas. Casi 27
millones de niños y niñas europeos están en riesgo de pobreza y exclusión
social, el 28% de los menores de países de la Unión Europea.
Sin
embargo, las políticas españolas no tienen en sus prioridades luchar contra la
pobreza infantil. Es una de las conclusiones de la ONG Save The Children tras
un análisis del problema en Europa. España es el segundo país de la Unión
Europea, sólo por detrás de Grecia, donde menos eficaces están siendo las
políticas sociales para combatir la pobreza infantil. El riesgo de pobreza y exclusión social ya alcanza a 2,8 millones de
niños, el 33,8% de la población española menor de edad en
nuestro país, son datos de Eurostat.
Dos
millones de niños en España pasan hambre y esto ocurre en el siglo XXI, en
2014. En un país que, según los gobiernos, ha sido un motor económico de
Europa. Pero ¿Qué está pasando? ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Que yo
sepa no hemos tenido una guerra civil,
ni una catástrofe natural. Sin
embargo, cada vez hay más ricos y más pobres pero de “solemnidad”. ¡Así se les
conocen! son ¡POBRES DE SOLEMNIDAD! -Solemne: majestuoso, imponente, suntuoso,
impresionante, altilocuente, engolado, litúrgico, etc.- ¡Que sarcasmo! En el Derecho Civil, en la España liberal, entre 1833 y 1868,
se constituye la figura del pobre de solemnidad como ciudadano que era acreedor
de los beneficios procesales de la pobreza. Desde entonces se utiliza esta
expresión para referirse a los que son “oficialmente pobres”, que son pobres
acreditados y por ello son susceptibles de recibir ciertos beneficios sociales,
pero esto hoy día también es FALSO, hay más de dos millones de familias que no
tienen ningún tipo de ingresos ¡Qué horror! ¿Qué ha pasado durante todos
estos años? ¿De qué ha servido tanto sufrimiento?
ESPAÑA
y EUROPA se merecen un cambio, los años difíciles hay que combatirlos. ¡Los
chorizos al potaje! que hacen buen caldo y puede ser un buen alimento para los
“chiros”.
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