miércoles, 31 de diciembre de 2014

AÑOS DIFÍCILES

- ¡Mama tengo hambre! dame un cacho de pan.
- ¡Ya sabes lo que ha dicho el médico! debes de comer poco porque has tenido unas fiebres muy malas.
Robinia Pseudoacacia L.
Nunca entendí porque un médico me recetaba comer poco, porque no es que comiera poco es que casi no comía. Pero gracias a los “conejicos”, una pequeña flor muy dulce que nace en un árbol (Robinia Pseudoacacia L.) –el árbol de los tres amigos- y que al ser muy elevado nos obligaba a los niños a tirarle piedras para recoger el fruto, aunque casi siempre estas caían sobre nuestras cabezas. Después de este refectorio acudíamos, casi a diario, a la casa de socorro donde ya nos conocían y nos ponían unas grapas en el cuero cabelludo para cerrar las heridas. Sin embargo, aunque parecía que volvíamos de la guerra y la sangre resbalaba abundantemente por nuestra cara, estábamos contentos cuando habíamos llenado el estómago con estas pequeñas flores.
Si el día no había sido muy provechoso y volvía a mi casa con hambre siempre tenía otro recurso, en el cuarto de baño mi padre guardaba unos pequeños tubos de pasta de dientes que eran de propaganda y con un sabor a menta penetrante que me completaba el almuerzo. Después de exprimir completamente el tubo en mi boca, recuerdo que en más de una ocasión me tenía que ocultar en WC para vomitar ¡Qué asco! Otras veces nos surtía de pescado el pobre Rafael que iba con su carro anunciando y vendiéndolo por el barrio. Siempre aprovechábamos un descuido para coger prestado algunos boquerones, almejas y todo lo que se terciara. Creo que mi afición al pescado crudo viene de esa época.
Fueron unos años felices y muy complicados. Estaba lleno de sabañones: en las orejas, en los dedos y además tenía una herida vertical en el centro del labio inferior que siempre estaba sangrando y que, hoy día, me ha dejado como recuerdo una cicatriz muy pronunciada. Cuando alguien me preguntaba por ella, yo siempre le decía que era una herida de guerra producida por una espada puntiaguda de madera, cuando la verdad era consecuencia del frío y la desnutrición.
Salvo mi amigo Paco el “Sansón” que tenía más músculos que un boxeador, los demás: el Jesús, el Jorge, el Arrebola y yo mismo estábamos escuálidos como un gato con tiña. La delgadez se notaba con el frío, los días de navidad eran espantosos, las canales estaban adornadas por unos chupones de hielo que aprovechábamos para lanzarles algunos proyectiles de madera y poder chuparlos con cierta desesperación como si fueran polos de vainilla.
No sé si era hambre o necesidad pero llegábamos a beber agua de los cauchiles, un agua que a veces estaba limpia y otras un poco oscura como la pez, así cogimos la fiebre tifoidea que a la postre me iba a dejar con más hambre de la que tenía. Sin embargo, no estaba bien visto decir que sentíamos un vacío en el estómago porque eso era una deshonra para la familia. Pero cuando iba a Sierra Elvira ¡Que rico estaba el tocino con pan que me daba mi tía Carmela! Allí me repuse y aunque eran más pobres que en mi casa, nunca faltaba un trozo de marrano que echarte a la boca.
Cuantos recuerdos me vienen a la memoria, especialmente en este último año donde investigaciones de Cáritas y de Save the Children vienen estudiando la situación de la pobreza en los niños. Todos los niños y niñas merecen ver cumplidos sus derechos: crecer sanos, tener la oportunidad de aprender, y estar protegidos de la violencia. En situaciones de emergencia son los más vulnerables, por eso son nuestra prioridad. Trabajamos para que sus necesidades sean escuchadas y atendidas en las políticas públicas. Casi 27 millones de niños y niñas europeos están en riesgo de pobreza y exclusión social, el 28% de los menores de países de la Unión Europea.
Sin embargo, las políticas españolas no tienen en sus prioridades luchar contra la pobreza infantil. Es una de las conclusiones de la ONG Save The Children tras un análisis del problema en Europa. España es el segundo país de la Unión Europea, sólo por detrás de Grecia, donde menos eficaces están siendo las políticas sociales para combatir la pobreza infantil. El riesgo de pobreza y exclusión social ya alcanza a 2,8 millones de niños, el 33,8% de la población española menor de edad en nuestro país, son datos de Eurostat.
Dos millones de niños en España pasan hambre y esto ocurre en el siglo XXI, en 2014. En un país que, según los gobiernos, ha sido un motor económico de Europa. Pero ¿Qué está pasando? ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Que yo sepa no hemos tenido una guerra civil, ni una catástrofe natural. Sin embargo, cada vez hay más ricos y más pobres pero de “solemnidad”. ¡Así se les conocen! son ¡POBRES DE SOLEMNIDAD! -Solemne: majestuoso, imponente, suntuoso, impresionante, altilocuente, engolado, litúrgico, etc.- ¡Que sarcasmo! En el Derecho Civil, en la España liberal, entre 1833 y 1868, se constituye la figura del pobre de solemnidad como ciudadano que era acreedor de los beneficios procesales de la pobreza. Desde entonces se utiliza esta expresión para referirse a los que son “oficialmente pobres”, que son pobres acreditados y por ello son susceptibles de recibir ciertos beneficios sociales, pero esto hoy día también es FALSO, hay más de dos millones de familias que no tienen ningún tipo de ingresos ¡Qué horror! ¿Qué ha pasado durante todos estos años? ¿De qué ha servido tanto sufrimiento?
ESPAÑA y EUROPA se merecen un cambio, los años difíciles hay que combatirlos. ¡Los chorizos al potaje! que hacen buen caldo y puede ser un buen alimento para los “chiros”.


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