jueves, 11 de julio de 2013

“GLOBALIZACIÓN DE LA INDIFERENCIA”


Con la globalización económica a finales del siglo XX, creímos que íbamos a ser más ricos e, incluso, que seríamos más felices. Pero no fue cierto, solo un espejismo ¡Hay pocos oasis en el desierto! Este modelo, avanzado y dislocado, del capitalismo sin frenos, nos ha conducido al gran pecado de la avaricia responsable de una de las mayores crisis que ha conocido el mundo moderno. Nunca fuimos los reyes del “mambo” y al despertar del sueño o de la pesadilla, comprobamos que éramos los camareros de siempre, solo para servirles el té a los señoritos de toda la vida, aunque ahora son más poderosos y más ricos que nunca. Con la  crisis nos han despedido de la fiesta y nuestros sueños quedaron secuestrados en un mundo que nunca fue para nosotros.

Todos estos cambios nos han vuelto a la cruda realidad, la frustración y el fracaso nos están haciendo más desconfiados y recelosos del mundo que nos rodea, pero los verdaderos responsables de esta situación no son visibles para nosotros ¿Quiénes son los poderes financieros? o ¿Los mercados? No tienen cara, ni cuerpo, ni presencia, solo la de los que “representan”, unos cuantos “desgraciados” que ejecutan su política con engaños.

Por todo esto, no es extraño que Francisco -el papa- haya definido la realidad actual como la “Globalización de la indiferencia”. Mientras seamos indiferentes y permanezcamos en silencio, ellos se seguirán frotando las manos. Vivimos en un mundo donde, aparentemente, estamos solos. Esta idea es tan antigua como la propia humanidad.  Norbert Elias, analizó, con una sutileza indescriptible, la creencia y la percepción de que el hombre vive solo, aislado de la sociedad  -Hommo Clausus- En estas circunstancias el individualismo toma cuerpo y es la bandera del egoísmo personal que nos aleja, cada vez más, de los demás.

Esta situación nos priva de una comunicación interactiva, además de dificultar la acción, lo que nos aísla y nos divide, sintiéndonos derrotados antes de comenzar cualquier batalla. ¡No vivimos solos! Siempre estamos acompañados aunque sea con nuestro otro yo, el que sufre, el que padece y disfruta con nuestra compañía. Es urgente una infusión masiva e intravenosa de “cohesión social”, si no cada vez nos debilitamos más. Hay que actuar con urgencia, pero también con una estrategia a largo plazo, a fin de inmunizarnos y que esta “infección” no se vuelva a repetir.

Pero, ante esta grave enfermedad social ¿Hay soluciones de futuro? Creo que sí. Lo primero es dejar de colocarle sanguijuelas al paciente para extraerle cada vez más sangre ¡Basta ya! Que el enfermo se muere. A continuación, hay que priorizar las pérdidas teniendo en cuenta que el “factor humano” tiene una plusvalía mayor que la “prima de riesgo”. Esto, lógicamente “joderá” a los mercaderes de Prusia, pero tenemos que adelantarnos al futuro. El mundo al que aspiramos es el de una justicia social, universal y que la mayoría de los ciudadanos del mundo, gocemos de esta vida en tránsito que, mientras no se demuestre lo contrario, es la única que tenemos y que conocemos. Sin embargo, para los golfos, bárcenos, listillos, gürteleños, ereandaluces y otros granujas que “no tienen estudios”, los pondremos a trabajar en las vías del tren, pero en las vías muertas, en esas que no se viajan a ninguna parte.

Como estrategias prácticas y aplicables a todas las edades, destacaría la de los niños. Pero ¿Cómo lo podríamos conseguir? Pues, para empezar, con mucho fútbol y con buena música. Sorprendente ¿Verdad? ¡Pues sí! parece una tontería pero no lo es. Estas son dos “industrias colectivizadas”, socializadoras de la acción común y del esfuerzo. Estos dos simples modelos son “anti sistema” porque no incitan a la pasividad y a la parálisis, tampoco a la indiferencia, que son el leitmotiv del capitalismo globalizado.

Vamos a divertirnos con el futbol y con la música. Ambas actividades tienen mucho en común ya que movilizan las ganas de trabajar en equipo, además de implicarnos más como grupo. Tanto el futbol como la música, sea sinfónica, de cámara o, simplemente un cantante moderno, necesitan todo un equipo de apoyo. No actúan individualizada mente, no son nada egoístas y requieren, en primer lugar, un coordinador -director de orquesta, entrenador- donde cada elemento del equipo realiza su propia tarea pero sin olvidar el objetivo común, todos trabajan con un fin colectivo y tienen la capacidad de enardecer al espectador, consiguen incluirnos en su trabajo, en su equipo. ¿Por qué no aumentar la cohesión social mediante actividades lúdicas y sociológicas de primera magnitud?

No debemos olvidar que, el objetivo fundamental en esta vida, es pasarlo bien. Hay que disfrutar con el “espectáculo de la vida”. En definitiva vivir mejor, sin agobios ni sufrimiento. Y ¿Por qué no hacer que nuestra existencia sea placentera? La vida sería más fácil, menos estresante. Pero ¡Claro! Hay que tener en cuenta que  esto tiene algunos efectos colaterales, un metabolismo intermedio, un mecanismo de depuración de los detritus nocivos que solo actúan en beneficio de unos pocos. ¡Hay que eliminarlos! ¡Cueste lo que cueste! el bienestar común es la “Política”, todo lo demás no es política, es otra cosa. Movilicemos todas las energías disponibles con alegría, jugando y divirtiéndonos, por esta razón un buen ejemplo es el futbol y la música. De esta forma eliminamos y desterramos la indiferencia hacia el sufrimiento y el dolor ajeno. No queremos globalizar la indiferencia, al contrario, nuestro grado de compromiso es muy fuerte, estamos decididos firmemente a una mundialización del desarrollo y del bienestar. El apoyo social y la responsabilidad de grupo nos harán más felices, no olvidemos que cada uno de nosotros tiene un papel importante, nuestro objetivo en esta vida es común y solidario. Desterremos de nuestras vidas la “Globalización de la indiferencia” y ¿Por qué no? Apoyemos más política, más futbol y más música, seguro que esta acción comunitaria es el antibiótico natural para neutralizar las inercias de los grandes estrategas y de los usureros del modelo economicista.

1 comentario:

  1. Que razón tienes!!! A los niñosy a los jovenes lo estamos educando,si a esto se le puede llamar educar ,en la crencia de que el mundo global es lo mejor. Pero si esto nos lleva a la indeferencia social y cultural, mejor hubiese sido no ser tan "globales"
    Un abrazo

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