Recuerdo con pasión
la música de Pino Donaggio, concretamente la canción “se llama María”, Toni
Dallara, la cantó en el Festival de S.
Remo de 1966, ¡Que recuerdos! y ¡Qué música y que letra! La tengo gravada a
fuego en mi memoria. Es el himno al amor, un canto a la desesperación, porque
María se fue y él buscaba a María: Si
algún día en cualquier parte, Oyes tú decir su nombre, Vete hacia allí y sin
dudar Pregunta si es que es ella Y dónde está
Ha volado como un sueño Y en la noche yo la siento Oigo su voz, quiere
volver Un día nos perdimos No sé porqué…Y si alguno de vosotros Escucháis decir
su nombre Venís a mí, corriendo a mí Se llama María. Venís a mí, corriendo a mí
Se llama María, se llama María, María, María, María.
Pero mi amor no era
María, se llamaba Telesfora y que difícil cambiar las palabras “María” por
“Telesfora”, ¡Inténtalo! Y si puedes ¡Cántala! Yo nunca lo conseguí. Recuerdo
que a mi madre se le trababa la lengua cada vez que quería nombrarla, hasta tal
punto que se irritaba tanto que llegó a tomarle manía. Incluso el jeroglífico
de su nombre, que es muy antiguo, también es muy difícil, ¿Cómo se podría poner
este jeroglífico en una canción? Es muy
complicado y el reflejo de una personalidad muy enrevesada. Muchas veces yo le
decía a mi amada Telesfora que, si teníamos un hijo, no le íbamos a poner su
nombre, si era niña yo preferiría llamarla María, simple, directo y muy
romántico. Ella siempre se enfadaba porque creía que su nombre no me gustaba.
Pero ¡Qué barbaridad! Era muy original, nunca conocí a un Telesforo y mucho
menos en femenino. Siempre me preguntaba en que pensaron sus padres cuando le
pusieron ese nombre al nacer. Ella me decía que su familia eran de comediantes
y que viajaban mucho, así que ese nombre
lo recogieron por esos caminos perdidos, sobre todo en Portugal o como decía mi
padre, era el nombre de una vedette española, ¿Por qué sería?
Telesfora era una
gran oradora, también escritora, pintora, música, actriz, humorista y
estilista. Era clarividente y emotiva, amaba lo oculto, lo que es y lo que
podía ser. Ella era capaz de llegar muy lejos, tan lejos que se fue y nadie lo
supo. Sin embargo, aún en su ausencia noto su protección y, de vez en cuando me
cimbrea, a veces, me sanciona o me concede, aunque otras veces me oculta en el
rincón del olvido.
Cuántos recuerdos me
trae Telesfora, aunque también me acuerdo de Expropiación o de Furibunda, dos
niñas de mi pueblo que, ante esos nombres, yo las había bautizado como la
“negra” y la “roja”. Nombres más asequibles y difíciles de olvidar. Sin
embargo, Sigrid, Gumersinda, Mafalda, Sodoma, Gomorra, Calíope o Casiopea, eran
los apelativos más frecuentes que les
ponían a sus hijas en mi patria chica. Y, yo que era poeta, tenía grandes dificultades
para hacerle un verso a cualquiera de ellas.
Pero Telesfora era mi
obsesión, su nombre no rimaba con nada, por eso se lo cambié. Para mí, ¡Se
llamaría María! Ahora sí, ya podría hacerle bellas poesías, Con flores a María. Pero después de
hacerle más de mil poemas me arrepentí. Estaba traicionándola, estaba seguro
que desde cualquier parte del mundo, ella me veía. Abstraído en estos
pensamientos entré en un bar y le pedí al camarero un café, me quedé en la
barra y comencé a escribir en una servilleta de papel un nuevo poema para mi
Telesfora. Levanté la mirada hacia el techo buscando la inspiración que no
tenía y un caballero, que estaba a mi lado, me pidió fuego. Me giré hacia él y
al verle la cara mi mano empezó a temblar y se me cayó el encendedor al suelo.
Perdone Vd. pero su cara me suena mucho, ¿Le
conozco de algo? Pues claro que me conoces y yo a ti también. ¿No sabes quién
soy? Pues, ahora mismo no caigo. ¿No has escrito en ese papel, para Telesfora?
Oiga, mire, no debe mirar estas notas, son muy íntimas. Sí, tan íntimas, como
que esa Telesfora, soy yo, ¿Es que no me reconoces? No, no, si Vd. se le parece
mucho, pero ella es una mujer. Sí, antes lo era pero, ahora soy un hombre. No
lo entiendo ¿Por qué me quiere gastar esta broma? Telesfora es el amor de mi
vida, la madre de los hijos que no tuve, mi musa, mi inspiración, fíjese que le
he escrito más de mil poemas. Pues, muchas gracias, pero ya es tarde, he sido tan
desgraciada con este nombre que mis padres me pusieron que, desde muy niña,
todos se reían de mí. Incluso me tuve que ir de mi pueblo, muy lejos, donde
nadie me conociera, tú también te burlabas de mí, o es que ¿No te acuerdas?
Aunque he viajado por todo el mundo, la gente se reía, por esto y muy cansada
de las mofas tomé la decisión de cambiarme de sexo en Bangkok, de esto hace ya
cinco años y tú, mientras tanto, escribiéndome poesías, ¡Que paradojas tiene la
vida!
Entonces mi vida ha
sido un engaño, no tenías derecho a hacerme esto ¿Por qué no me lo dijiste? Yo
te he buscado por todas partes y ahora ¿Qué? Ahora, nada, me llamo Telesforo y
soy muy feliz, ¡Eres muy egoísta!, sólo piensas en ti. Pero, ¿Por qué los
humanos somos tan raros? Siempre buscamos los caminos más difíciles para ser
felices, ¿No hubiera sido mejor que te cambiaras el nombre antes que el sexo?
Pues, mira porque no se me había ocurrido. Yo pensaba que eras más inteligente.
No, te equivoques, ya estaba muy harta de sufrir todo tipo de maltratos y
vejaciones, ¡Como hombre se vive mejor! ¡Te equivocas! Ya te darás cuenta y cuando
eso sea así, será demasiado tarde. Bueno, mientras tanto lo disfrutaré, ¡Adiós
mi amor!
Abandoné el bar y comencé a tatarear la vieja canción que, por primera vez, sonó muy bien, Y si alguno de vosotros Escucháis decir su nombre Venís a mí, corriendo a mí Se llama Telesfora. Venís a mí, corriendo a mí Se llama Telesfora, Telesfora, Telesfora, Telesfora.
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