Después de un
corte de pelo para el verano, me despedí de mi amigo Toy y quedamos para la
próxima visita. Al salir de la peluquería me paré en medio de la calle y, aunque tenía que volver a casa, giré en sentido contrario
hacia la derecha, baje caminando lentamente hasta llegar al número 32 de la c/
Moral. Durante unos instantes estuve observando el viejo zaguán del portal. Sin
pensarlo dos veces entré y subí las escaleras, me aproximé a la puerta del piso
primero y coloqué mi oreja para comprobar si se oía algún ruido en la casa. En ese momento la puerta se
abrió y apareció una señora morena vestida de negro y de mediana edad, que
al verme tan cerca
se asustó y me preguntó quién era. Perdone señora, estaba comprobando la
dirección para darles una carta, viene dirigida a D. José…, Sí, sí, ese es mi
marido, ¿De qué se trata? Pues, no lo sé, solo soy el cartero.
Pude comprobar que detrás de la señora estaba escondido un niño pequeño.
¡Hola! ¿Cómo te llamas? Me llamo Pepito. Ya eres muy mayor ¿no? Pues no, soy un
niño y solo tengo diez años, usted sí
que es mayor, yo no. Que niño más gracioso. Su madre le recriminó severamente y
le dijo que se fuera al comedor. Perdone Vd. al niño es que es muy travieso. No
se preocupe yo también fui niño y creo que me parezco mucho a él. Porqué dice
eso si no nos conoce de nada. Más de lo que Vd. se imagina señora, aunque no lo
crea soy un familiar muy lejano. ¿Cómo de lejano? ¿Conoce a su familia Aljaima
de Guadix? Yo, no, bueno recuerdo que mi prima hermana Angelitas me hablaba que
tenía un familiar en Guadix, pero aparte de esto nada más. Pues de ahí vengo
yo, de los Aljaimas, ¿Por qué Vd. se llama así, verdad? Pues sí, sabe mucho de
mí y yo no sé nada de Vd. De pronto, se oyó un graznido y apareció otro niño
más mayor, gordito y con cara de malas pulgas que me amenazó para que me fuera
de su casa. Uf, que mal genio tiene este. Bueno, es “diferente” a sus hermanos.
Yo he tenido más relación con su hermana Carmela. ¿Con mi hermana? Pero
bueno, Vd. ¿Quién es? Ya se lo he dicho, soy un familiar lejano, pero lejano en
el tiempo. ¡Anda! ¿Qué quiere decir? Pues que ustedes me conocen aunque todavía
no lo saben, y es verdad que yo les conozco bien, incluido a su marido que está
sentado en el comedor. El piso era tan pequeño que a través de la puerta se
veía toda la casa. Después de esta observación, la señora se puso muy nerviosa,
me pidió la carta y me cerró la puerta de un portazo. Bajé las escaleras
mientras pensaba en la cara que pondrían cuando leyeran la misiva.

Así fue este encuentro y lo he recordado muchas veces.
Siempre me he mantenido firme y no lo he dejado nunca ir, incluso ahora, aunque
me cueste más de un disgusto. Seguimos teniendo la misma sintonía, a los dos
nos gustan los trenes, el futbol, los viajes, la lectura, disfrutamos sentándonos
en un tranco de la calle para observar el paisaje y, sobre todo, a la gente que
pasa a nuestro lado, jugamos a descubrir a que se dedican, si son personas con
mal carácter o, por el contrario, son cariñosas, ¡La cara de la gente es un
libro abierto! En fin, siempre tengo presente la mirada de mi pequeño amigo que
espero no me abandone nunca.
El matrimonio se quedó solo en casa y la señora, aún sorprendida, le dijo a su marido que el cartero era muy raro. Pues, ¡No me ha dicho que es familia de la prima Angelitas y que conoce a mi hermana Carmela!, pero, ¿Quién es? Esta persona no me gusta y tampoco su actitud, me ha dicho que lo conocemos, pero que aún no lo sabemos, ¡Será imbécil! Con un gran nerviosismo abrió la carta y rompió parte de la cuartilla. Empezó a leer y un escalofrío le recorrió todo su cuerpo. Mira Pepe, esta carta es muy rara, habla de una serie de cosas que no entiendo nada, anda míralo tú a ver si te enteras. No comprendo lo que pone. ¡Anda dámela!, vamos a ver:
Me dirijo a ustedes, a los dos y espero que perdonen mi atrevimiento, mi
nombre es lo de menos porque lo más importante es que a través de ciertas
pautas que les indico, pretendo ayudarles para los próximos años. Sepan que conozco
bien a sus tres hijos, el menor será el
más cariñoso de todos, espero que sepan tratarlo con amor porque él también les
dará mucho. Respecto al mayor, es el más difícil de tratar, va a crecer con
muchos complejos que le marcarán toda su
vida mientras viva, no se dejen dominar por él, también merece una atención
especial el del medio, el más pesado por sus bromas, les pondrá a prueba muchas
veces, paciencia, mucha paciencia. También quiero decirle a Vd. D. José que no
tenga miedo, su pasado no le va a crear más problemas de los necesarios y
vivirá una vida muy larga, llegará a cumplir los noventa años. ¡Hala! Esto me interesa, este tío o es muy tonto o muy listo. Que sus miedos no le influya en la crianza de sus hijos. El del
medio es muy inocente y no tengan en cuenta el día que le regalará a su hermano
mayor unas bellotas, no se enfaden porque no irá con segundas intenciones.
Tampoco le pondrá cristales en sus zapatos. No tiene mala intención, solo le gusta divertirse. ¡Ah! y
Vd. D. José, no jure tanto que le hace
daño.
De esta forma fueron leyendo, poco a poco, toda una serie
de acontecimientos que aún no habían pasado. La carta conocía muchos detalles de
sus vidas y fueron analizándolos puntualmente, aunque, cada vez se ponían más nerviosos.
En un momento de la lectura, el padre arrugó y rompió la carta jurando en
arameo ¡Baja Pedro! En ese momento recordó el juramento y lo irritó aún más.
¡Esto es una broma muy pesada!
Si conociéramos el final de cada historia, aunque sí
la conocemos porque es igual para todos, podríamos tener una nueva oportunidad.
Nunca podemos olvidar que una vida larga puede ser una bendición o un calvario.
Las bromas, el humor y el amor son necesarios para vivir.
“Sonreír, reír, bromear, jugar, acariciar, abrazar, es también resistir”
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