sábado, 25 de mayo de 2013

PIEL DE GALÁPAGO Y CONCIENCIA DE CARACOL


A ras de suelo, arrastrándote, sin levantar la mirada ni un palmo sobre el terreno, esa es tu visión del mundo. Piensas que solo existes tú y que no hay una perspectiva diferente a la tuya. ¡Pobre infeliz!, no conoces el vuelo del pájaro, la felicidad o el dolor de la conciencia. Nunca pudiste ver las estrellas, ni el sol, ni la luna. Tu mundo está encerrado entre la tierra seca, bajo las heces de las vacas y de cabras que confundes con tu universo. No tienes destino, no sabes donde volver después de un día de fatiga. Comprendo que ir arrastrando tu pesada carga no tiene ninguna recompensa, pero te es indiferente, no piensas, no sientes, no padeces.

La ausencia de conciencia no te previene de tu degradación, la piel de galápago no te ayuda a reconocer y a sentir la cercanía de posibles alternativas. Estás solo, pero no sabes que estás solo. No distingues la luz de la penumbra ni como es una escalera de caracol, nunca podrás escribir en los peldaños de una escalera, sin embargo, alguna vez fuiste hombre creado por ti mismo, un hombre que sufrió una mutación y perdió la naturaleza humana, la cultura, la mente, el leguaje, pensaste que era un paso adelante en tu evolución, así comenzó tu problema de identidad. Se acabó tu capacidad artesanal de homínido avanzado.

Tu evolución cambió de rumbo, alcanzaste la “perfección” del “homo clausus”, del hombre postmoderno, desocializado de la vida humana, ahora, en este momento ya eres insociable, autosuficiente, independiente, pero sin conciencia, tan inteligente como un caracol. El cambio sí ha sido posible, no ha sido una ilusión de los sentidos. El paso del tiempo transformó tu imagen dualista, como tu piel de galápago, perdiste la mente y el alma y, solo te quedó, el cuerpo y la materia ¡Enhorabuena! Aunque preferimos alejarnos de ti, no te seguiremos en tu transformación, ¡No queremos atravesar los límites de la conciencia!
 

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