Acabo de ver una pequeña luz en el túnel,
pero una luz roja, no es un rayo dorado y blanco que ilumina la esperanza, a
veces son esas pequeñas cosas las que nos alertan del peligro y que otras veces
nos equivocan o nos hacen ver una realidad que no existe. Es una luz de alarma
y de preocupación, especialmente cuando permanecemos impasibles ante los
“fogonazos” que nos ciegan constantemente, parece como si fuéramos ciegos y
sordos ante millones de imágines y con un ruido monocorde que nos paraliza y nos aburre.
Esta luz se llama Agustín Martínez, un
periodista audaz, valiente y atrevido de la cadena SER desde hace más de 30
años, despedido hoy por “ajustes presupuestarios” de la empresa (?). Sin
embargo, a pesar de toda la movilización a su favor de los twitteros, desgraciadamente
quedará en el recuerdo como un pequeño centelleo rojo que se apagará muy pronto.
En unas pocos días o semanas se olvidará y nuestros queridos amigos y sus 6
colegas estarán jubilados prematuramente–al día siguiente de la noticia, la
prensa escrita de Granada no se hacía eco -.
Querido Agustín: No me extraña que te hayan
“lapidado” sin compasión. La cadena SER desde hace algún tiempo, ha ido
frenando su máquina del tren con un giro suave de 90º a la derecha. En esta
época de crisis profunda y grave, han adoptado la estrategia del avestruz, están
agazapados bajo sus propias alas en espera de ver por dónde va a salir el sol
tras esta larga noche de crisis y de “esperanza” para ellos. Estoy convencido
que están tomando posiciones a favor del viento de la llamada “economía de mercado”
donde el trabajo vale una “mierda” y el trabajador una “curda”. Pero tampoco les
importa la “masa social” de los oyentes, en definitiva, no somos más que un
grupo vulnerable y fácilmente controlable desde sus medios de comunicación. Pero
¡Os equivocáis! Después de esta guerra encubierta de paro, pobreza y llanto, la
gente se levantará con los puños en alto y bien apretados.
Cuando
una empresa, como la cadena SER, prescinde de siete trabajadores, los más antiguos y, claro, con las nóminas más altas, está
dilapidando los recursos más valiosos que tiene, el conocimiento, la
experiencia, la sabiduría; es decir, el activo más importante. Es una medida
tan suicida que hay algo oscuro detrás y quizás sea un guiño a la derecha
granadina que ha recibido la noticia con algarabía. Si esta es la política
económica recomendable por la troika apostólica, ¡Actuemos ya! y eliminemos a
los médicos más antiguos de los hospitales, a los mejores profesores de la
universidad y de los centros educativos, a los mejores trabajadores de las
empresas, ¡Viva el entusiasmo (para ellos) y la desesperación (para nosotros)!
Que esta pequeña luz roja nos encandile y nos
despierte de la apatía, porque si no, cuando queramos responder será demasiado
tarde. Un fuerte abrazo.
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